El ser humano es capaz de las acciones más nobles que se puedan imaginar, pero también de las más bajas, desleales y vergonzosas.
El poema “La gran miseria humana” escrito en décimas por Gabriel Escorcia Gravini, lo hizo famoso en los 70 Lisandro Meza, al musicalizarlo con ritmos y melodías al son cubano. El mismo es una reflexión general sobre la vanidad y sus engaños. “La Gran Miseria Humana” no es el poema de un hombre sin esperanzas. Es el tema de un predicador de verdades… es un poema al servicio de la ética…
Vanidad de vanidades, solamente son tus galas, oh mariposa sin alas, llorando tus liviandades. Las ópticas realidades te circundan con profundo/ marasmo donde infecundo es el amor que iluminan… Es aquí donde terminan las vanidades del mundo. Aquí en este camposanto se terminan los amores, las alegrías, los dolores, el poderío y el encanto; cesa en los ojos el llanto y el mundo vivo suspira; aquí no llega la ira de la muchedumbre inquieta; aquí termina el poeta y se enmudece su lira…
Traigo estas letras a esta columna semanal, porque quienes hacemos vida en este país, hemos presenciado como la miseria humana, en algunos, no tiene límites. Cada frase vomitada este martes por la boca de quien ejerce la más alta representación del gobierno nacional, es una herida sangrante en el corazón de los venezolanos.
Quien aún ocupa Miraflores ha agredido a todos los padres y madres al llamar “parásito” y “vago” al Alcalde Carlos Ocariz por haber tenido éste que ausentarse a Estados Unidos, para acompañar a uno de sus hijos a realizarse tratamientos para superar una dolencia. Ese individuo, Maduro, nos muestra, una vez más, sus bajezas y miserias al burlarse de un padre angustiado y preocupado por su hijo enfermo. “Vive más tiempo en su mansión en Miami que en Caracas”, ha dicho Maduro. Por su parte, el alcalde petareño respondió, “No tengo propiedades afuera, ni he salido a vacacionar a una mansión de lujo en Miami como usted, de manera irresponsable afirma, pretendiendo conseguir así, beneficios electorales. Lastimosamente, las veces que he salido del país, ha sido para internarme en un hospital día y noche, ya que mi hijo de 12 años tiene leucemia”.
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La historia nos narra como la mayoría de “los mandamás” que pretenden regir los destinos de sus pueblos a punta de amenazas, persecuciones, gritos e improperios, terminan abofeteados por quienes les eligieron, condenados a terminar sus días tras las rejas, olvidados y despreciados.
Los hijos son sagrados e intocables, sanos o enfermos. Les pertenecen solo a sus familias y está prohibido manosearlos para sacar ventaja o golpear a quienes les han dado la vida. Hacerlo solo muestra la pequeñez de alma de quienes lo intentan. ¡Miserable! le diría mi madre y lo repito yo, que también lo soy, de los que parí y de los que no tuve en mi vientre, porque como escribiera nuestro gran poeta Andrés Eloy, “cuando se tiene un hijo se tiene el de la casa y el de la calle entera”.
El pueblo venezolano es caritativo y solidario ante la adversidad, así lo ha demostrado siempre. Quien dice representarlo, con sus declaraciones falta de humanidad, da la espalda a la esencia del venezolano.
Aspiro que este domingo se abra la puerta para una salida civilizada, democrática y constitucional que acabe con el desastre que hemos tenido que vivir los venezolanos en los últimos 17 años, y entonces poder brindarles a nuestros hijos y estudiantes injustamente encarcelados la libertad para hacer de Venezuela el país que todo soñamos, aspiramos y merecemos.
Nitu Pérez / @NituPerez / Publicado en Noticiero Digital.