La explotación sexual de menores no conoce fronteras y son muchos los niños, niñas y adolescentes que están expuestos a este crimen en el mundo, aseguró la activista colombiana Mayerlín Vergara Pérez, galardonada con el Premio Nansen, máxima distinción de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
Vergara, quien trabaja con la Fundación Renacer, que tiene su sede en Cartagena de Indias, fue reconocida este jueves por su compromiso en la lucha contra la explotación sexual infantil, especialmente en el departamento colombiano de La Guajira, donde la situación se ha recrudecido en el último lustro por la crisis migratoria venezolana.
«La explotación sexual comercial y la trata de personas no conoce fronteras, sexo, género ni etnia, y son muchos los niños en el mundo que están expuestos a este tipo de vulneraciones y de crimen, porque es un crimen», manifestó Vergara, también conocida como Maye, en una rueda de prensa virtual tras haber sido galardonada.
Según cifras de Migración Colombia con corte a junio, en el país hay 1,7 millones de venezolanos radicados, de los cuales 153.600 están en La Guajira, departamento caribeño fronterizo con Venezuela.
Datos de las autoridades colombianas señalan que las víctimas de las redes de tráfico de personas han aumentado un 23 % en el último lustro en el país.
Ante esta situación, la Fundación Renacer llegó hasta Riohacha para hacer «una caracterización de cómo estaba la situación de explotación sexual y de violencia sexual y de trata de personas«.
«Lo que nos encontramos fueron realidades tan dolorosas, desde la situación de no tener dónde dormir, dónde vivir, una comida asegurada, hasta la misma situación de explotación sexual de niñas, niños y adolescentes«, manifestó Vergara.
Agregó que hay menores que han sido raptados en Venezuela y llevados a Colombia, donde son «explotados sexualmente».
«Hay niños y niñas que llegan solos, que migran solos, que atraviesan la trocha, este camino con tantos peligros (…) que acá (en Colombia) viven situaciones tan dolorosas como para uno ponerse a llorar», afirmó.
La activista explicó que para estos jóvenes migrantes la situación es de «doble impacto», lo que le ha provocado a algunos de ellos «grandes afectaciones mentales que sobrepasan la atención» que les puede ofrecer la Fundación Renacer.
«Necesitan apoyo especializado siquiátrico porque ya son trastornos que requieren otro tipo de ayuda«, aseveró Vergara y dijo que para tratar de brindar una mejor atención la Fundación Renacer se ha aliado con ACNUR, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), entre otros organismos.
Para resaltar lo difícil que es la situación de los menores de edad venezolanos en Colombia, Vergara aseguró que en los 20 años que lleva trabajando en este asunto nunca había visto situaciones tan complicadas como las de los migrantes y puso como ejemplo el caso de una joven de 12 años a la que ayudaron en La Guajira.
«Es escuchar a una niña de 12 años decir que no quiere abrir sus ojitos porque no quiere vivir, que no quiere el cuerpo, que está en una depresión profunda a punto de no tener ni siquiera palabras para expresar su dolor sino que golpea cosas para poder expresar su dolor», manifestó.
Por ello ve necesario «seguir trabajando, por supuesto, con todos los niños y niñas» pero especialmente con los «refugiados y migrantes» que «necesitan de atención, de adultos responsables, de una sociedad que no los discrimine, que no los estigmatice independientemente de la edad que tengan».
EFE
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