Además que no se tiene una cifra exacta/oficial de cuántos millones de dólares han ingresado a las arcas de Venezuela en éstos últimos 15 años por venta de crudo (petróleo), pero se tiene una idea (cerca a 700.000 millones) y ello no nos permite explicarnos los niveles de pobreza, exclusión y falta de alimentos en Venezuela. Lo repetimos: podría ser la Dubai de América Latina con tanto ingreso.
Circula ya la noticia que el régimen venezolano estaría buscando vender la que muchos venezolanos –y latinoamericanos denominamos- la “gallina de los huevos de oro”: la compañía Citgo.Para los que no conocen qué significa esa compañía para la economía venezolana aquí unos apuntes: es una multinacional venezolana a cargo de comercialización de combustibles con 6000 estaciones, tres refinerías (de refino de petróleo “pesado”) con capacidad de proceso de 750.000 barriles/día, 48 instalaciones de almacenamiento de derivados, 3 oleoductos propios y accionista en 6 otros ductos en suelo norteamericano.
Desde hace varios años la crisis económica –y política- de Venezuela y de Bolivia no tienen explicación racional. En un caso tienen tanto petróleo que pudieron ser los nuevos ricos del vecindario. En el segundo caso tanto gas que podemos ser la Qatar de América Latina; pero ambos países siguen en medio de pobreza y hambre. Malas políticas!
Volviendo al caso venezolano: ¿quién entiende esto? ¿cómo es posible tanto despilfarro de ingresos petroleros y aún no han derrotado la inflación, desabastecimiento y devaluación? Ahora quieren sumar algo mucho peor a esa cesta de desventuras: vender Citgo!
Varios parlamentarios opositores al régimen, analistas, entendidos y preocupados latinoamericanos estamos a la expectativa del gran salto de recuperación de Venezuela, con un nuevo escenario democrático, en donde con nuevas políticas públicas, coherentes, serias y de avanzada se utilice al petróleo para reconstruir y enriquecer Venezuela.
Quizá los responsables del área hidrocarburos y energía en Venezuela estén anquilosados por tanto tiempo estar en el poder. Se necesitan ideas nuevas y alejadas del fundamentalismo y perversidad ideológica.
Aún no se tiene claros los argumentos que sustentarían la venta de esa compañía. Algunos creen que patrimonio y bienes de esa compañía podría ser objeto de confiscación en Estados Unidos, por deudas impagas por ejemplo. Otros ven en esa venta una “oportunidad” de generar dinero para arcas estatales, que por cierto deben a todo mundo especialmente China cerca a 50 mil millones de dólares y con compromisos de entrega de 1 millón de barriles de crudo anuales para 2016 frente a los algo más de 500.000 barriles actuales que significaron en 2013 ingreso de 19.376 millones de dólares (diecinueve mil millones) ¿qué hicieron con tanto ingreso?
De todas formas no existe argumento técnico, político o estratégico válido para vender esa compañía que es sinónimo de (la otrora) vanguardia industria energética venezolana y latinoamericana en Estados Unidos.
Con una producción diaria de 2,8 millones de barriles de petróleo, de los cuales se venden 1,4 millones Venezuela debería ser una potencia financiera mundial, sin pobreza.
Al margen de las pasiones político-partidarias sería importante que el ministro del petróleo de Venezuela, cabeza fría de por medio, no apresure operaciones de éste tipo que ponen en riesgo el futuro de nuevas generaciones. Un par de años de estudio y análisis –y si es que retorna la democracia- podrían ser adecuados para tomar decisiones de ese volumen. El parlamento venezolano, latinoamericano y la comunidad internacional deberían ver de cerca éste tema de interés continental.
Por: Boris Santos / El Nacional