Para el año 1998, Hugo Chávez fungía como la única opción de cambio «real» en Venezuela. Planteaba hacer las cosas distintas, con un discurso lleno de carácter y fuerza, con la mira en «vencer al enemigo» y triunfar y esa idea agradó. Decía cosas alocadas, afocaba a la prensa, se notaba imponente, era titular de todos los medios del país, no era el típico político, y lo más importante prometía, prometía, prometía. No muy diferente ha sido la campaña de Donald Trump. Ambos líderes sobrevenidos irrumpieron en la escena política de sus países como factores de cambio capaces de desplazar las élites políticas.
Sobre este punto el periodista Roberto Giusti señaló en una columna publicada en el diario El Universal que, Trump antes que neoliberal puede considerarse un típico populista que no vacila en acomodar su discurso a la necesidad del momento y al tipo de auditorio que tenga por delante y cambiarlo, si es necesario, con absoluto y total desparpajo, “tal y como lo hizo Chávez cuando, siendo candidato, no tuvo problemas en reconocer que Fidel Castro era un dictador y luego de ser electo presidente referirse a Cuba como el mar de la felicidad”.
A ello se suma, que tanto Chávez como el aspirante a la nominación republicana no dudaron en crear un enemigo común foráneo –el imperio y los mexicanos, respectivamente- para ungirse como líderes de causas nacionalistas.
«Un factor que hermana a los dos consumados show men es su hábil manejo de las emociones ante las grandes audiencias y el endilgarles a los enemigos, reales o imaginarios, en una mezcla de medias verdades y medias mentiras, las culpas de los males que aquejan a sus respectivas sociedades y al universo mundo”, agregó Giusti.
“Al igual que Donald Trump, Hugo Chávez no fue tomado en serio por muchos cuando empezó su campaña política a fines de los años noventa”, afirmó el periodista argentino Andrés Oppenheimer en una publicación de su blog al comparar el discurso y la actuación del magnate inmobiliario del Partido Republicano con el “gigante” de Sabaneta.
A juicio de Oppenheimer ambos dirigentes comparten otras tres características claves del populismo: Jugaron a victimizarse con falsas amenazas de muertes; emplearon la estrategia de acaparar titulares con frases escandalosas y dentro de su discurso destaca el “yo”, como palabra favorita.
Por último, el influyente comunicador argentino Julio Bevione sugirió durante una entrevista transmitida por Univisión que Trump tendría que convertirse en presidente para que quienes lo eligieron se den cuenta de que finalmente no era esto lo que deseaban.
“Es lo que pasó con Chávez en Venezuela, pero quizás si Chávez no hubiera llegado al poder, nos hubiéramos quedado pensando que ese hombre iba a ser útil”, acotó.
Por Christhian Colina / El Cooperante