La conmoción por la muerte del capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo, ocurrido el pasado fin de semana mientras se encontraba en custodia de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim), congeló las negociaciones entre el régimen de Nicolás Maduro y la administración del presidente interino Juan Guaidó.
El crimen del militar y las denuncias de torturas han llevado a Guaidó a aplazar la participación de sus enviados en la cita prevista para esta semana entre las delegaciones de la Asamblea Nacional y del Gobierno, según confirmaron a El País distintas fuentes de la dirigencia opositora.
El encuentro se iba a celebrar bajo el paraguas del ciclo de conversaciones auspiciadas por Noruega y en esta ocasión los enviados planeaban reunirse en Barbados.
El régimen de Maduro difundió versiones contradictorias sobre el tratamiento judicial al militar, mientras que Alonso Medina Roa, abogado de la víctima, denuncia que solo existen dos agentes de la Dgcim detenidos y acusados como autores del “homicidio” con la intención de ignorar las legislaciones contra la tortura. Se trata de Ascanio Antonio Tarascio Mejía y Estiben José Zárate Zoto.
Acosta Arévalo había desaparecido el 21 de junio, al igual que otros tres militares –dos retirados– y dos policías. Asistió a una reunión personal en un concurrido centro comercial de la ciudad de Guatire en el Estado de Miranda, cercana a Caracas, y fue capturado por agentes de seguridad sin orden de tribunales. Fue en pleno fervor por la visita de Michelle Bachelet, alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
Jorge Rodríguez, ministro de Comunicación e Información del régimen, los culpó de encabezar una supuesta conspiración para derrocar a Maduro. Los familiares habían insistido en una fe de vida preocupados por sus condiciones, pero solo recibieron la noticia de la muerte de Acosta el sábado.
Acosta fue presentado ante un tribunal militar hace dos días que, de inmediato, había ordenado enviarlo al hospital del complejo militar Fuerte Tiuna en Caracas. El hombre había comparecido postrado en una silla de ruedas, tenía las uñas ensangrentadas y con dificultad para hablar pedía ayuda. Todo esto lo han confirmado su esposa y su abogado en distintas declaraciones.
Redacción Maduradas con información de El País.
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