La expresidenta interina de Bolivia Jeanine Áñez, que cumple este jueves nueve días en huelga de hambre, sufrió una descompensación durante una audiencia virtual en la que pedía su libertad y que forzó la suspensión del acto judicial.
El bajón de la salud de Áñez se produjo a los pocos minutos de instalada la audiencia y fue asistida inicialmente por su hija Carolina Ribera y su abogada Norka Cuéllar que lograron ingresar al penal en el que está recluida preventivamente desde hace más de once meses.
“La señora ha tenido que acercarse con ayuda (…) si se para, se cae, realmente está mal”, explicó Cuéllar al juez que finalmente optó por aplazar la audiencia al próximo lunes.
En la transmisión del acto jurídico se vio que la exmandataria interina tuvo una especie de desvanecimiento, lo que hizo que algunos funcionarios de salud la atendiesen, mientras su hija la cubría con una cobija.
Una valoración a cargo de un médico de confianza de la familia de Áñez que logró visitarla por la mañana estableció que “está delicada”, pero que su estado aún no es crítico y que se ha recomendado hidratarla por “vía venosa”.
“La salud (está) completamente estable dentro de los parámetros de una persona normal de la característica de la señora Añez, por tanto, no habría de qué preocuparse en este momento”, expresó más temprano el ministro de Gobierno (Interior), Eduardo Del Castillo.
Parlamentarios de la fuerza opositora Creemos cuestionaron la “celeridad” con la que en la víspera el Régimen Penitenciario proporcionó atención médica al exjefe antidrogas Maximiliano Dávila, investigado por presuntos vínculos con el narcotráfico, y consideraron que a Áñez se le niega recurrentemente esa posibilidad.
Áñez inició la pasada semana una huelga de hambre en busca de alguna acciónpor parte de organismos internacionales y como “último recurso” para que se levante su detención.