El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, lanzó este jueves 21 de enero lo que describió como una estrategia «de tiempos de guerra» para contener la pandemia, que incluye la obligación de cuarentena para los viajeros que lleguen al país desde el extranjero y la obligación de llevar mascarilla en los aviones.
En su primer día entero en el poder, Biden se centró en el reto más urgente que afronta su Gobierno: una pandemia que ha dejado más muertes en Estados Unidos que en ningún otro país y cuya amenaza minimizó constantemente su predecesor, Donald Trump.
«Han muerto más de 400.000 estadounidenses. Son más de los que murieron en la Segunda Guerra Mundial. Esta es una tarea de tiempos de guerra», dijo Biden durante un acto en la Casa Blanca.
FALTAN «MESES» PARA VER RESULTADOS
El nuevo presidente advirtió de que la cifra de muertos por covid-19 en su país superará probablemente los 500.000 en febrero, y reconoció que a su Gobierno le llevará «meses darle la vuelta» a la situación.
«A lo largo del último año, no pudimos apoyarnos en el Gobierno federal para que actuaran con la urgencia, la concentración y la coordinación que necesitamos, y hemos visto el coste trágico de ese fracaso», opinó Biden.
El mandatario condenó particularmente la implementación de la campaña de vacunación, que describió como «un fracaso deplorable», puesto que en más de un mes solo se han administrado 17,5 millones de las 37,9 millones de dosis disponibles de los preparados de Pfizer y Moderna, los primeros autorizados en el país.
«La brutal verdad es que va a llevarnos meses vacunar a la mayoría de los estadounidenses», afirmó Biden.
La estrategia contra la covid-19 que ha heredado el equipo de Biden es «mucho peor de lo que podrían haber imaginado», según Jeff Zients, el nuevo coordinador de la respuesta de la Casa Blanca contra la covid-19.
«La falta de la cooperación del Gobierno de Trump ha sido un impedimento, no nos dieron la visibilidad que esperábamos tener sobre los suministros» de vacunas, dijo Zients al diario The New York Times.
EL RETO DE LAS VACUNAS
El plan publicado este jueves por Biden, de unas 200 páginas, tiene entre sus objetivos acelerar la manufactura, distribución y administración de las vacunas, garantizar su acceso por parte de todos los estadounidenses sin discriminación y combatir el escepticismo de quienes no quieren recibir el inyectable.
El Gobierno federal planea colaborar con los estados para crear «todos los centros de vacunación que se necesiten», incluida la habilitación de estadios y centros de conferencias, según un resumen del plan.
Además, Biden ordenó a su Gobierno recurrir a la Ley de Producción de Defensa, una legislación adoptada en 1950 en respuesta a la Guerra de Corea, para movilizar al sector industrial y acelerar la fabricación de máscaras, respiradores y otros equipos contra la pandemia.
Los expertos creen que esa medida no ayudará demasiado a acelerar la producción de la vacuna, porque la capacidad manufacturera ya está al máximo, pero la Casa Blanca aseguró que activar esa ley ayudará, por ejemplo, a aumentar la fabricación de una jeringa especial que permite sacar seis dosis de cada vial de Pfizer, en vez de cinco.
Biden ha prometido que Estados Unidos administrará 100 millones de dosis de la vacuna en sus 100 primeros días en el poder, un objetivo que muchos consideran bajo, debido a que para cuando acabe ese plazo el 29 de abril, el Gobierno federal debería tener ya disponibles al menos 200 millones de unidades.
El nuevo presidente respondió algo irritado cuando un periodista le preguntó ese jueves si su objetivo era poco ambicioso, al espetar: «Cuando lo anuncié, me dijeron que no era posible. Vamos, dame un respiro, hombre».
REQUISITOS PARA LOS VIAJEROS DESDE EL EXTRANJERO
La estrategia de Biden también busca contener la expansión de la pandemia, y uno de los diez decretos que firmó este jueves establece que quienes quieran viajar a Estados Unidos desde el extranjero deben hacerse una prueba de covid-19 antes de volar, y hacer cuarentena una vez que lleguen al país.
Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, en inglés) ya anunciaron la semana pasada la exigencia de un test negativo de covid-19 antes de volar al país, y el decreto de Biden pide a su equipo revisar esa orden por si fuera necesario endurecer aún más las condiciones para hacerse la prueba.
La medida de Biden también pide a su gabinete negociar con los Gobiernos de México y Canadá sobre la posibilidad de reforzar los protocolos de salud pública para la entrada a Estados Unidos por vía terrestre, ahora cerrada.
Ese mismo decreto ordenó el uso obligatorio de mascarillas en aeropuertos y en la mayoría de aviones, trenes, barcos y autobuses de media y larga distancia del país, algo que Trump se negó a hacer y que reclamaban desde hace meses muchas aerolíneas y autoridades estatales y locales.
El éxito de la estrategia de Biden dependerá en parte de si el Congreso aprueba su paquete de estímulo por valor de 1,9 billones de dólares, que incluye fondos significativos para combatir la pandemia pero no parece convencer del todo a la oposición republicana, que controla la mitad de los escaños en el Senado.
EFE
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