¡Debacle total! La emergencia sanitaria en Venezuela no puede esperar más. Ya ni las protestas del personal médico, obrero y pacientes son escuchadas por las entidades responsables del mantenimiento de los centro de salud. La falta de insumos, equipos, medicamentos y productos de limpieza los mantiene en vilo.
Como un boxeador esperando el jab que lo envíe a la lona está el Hospital Universitario de Caracas. Médicos, obreros y pacientes protestaron el miércoles en la planta principal para protestar por las condiciones en las que se encuentra el recinto. Desde la falta de soluciones fisiológicas y gasas, hasta los equipos dañados en cirugía y rayos X, el Universitario mantiene un ritmo cardíaco lento y con altas probabilidades a quedar en línea plana.
La más reciente protesta organizada tuvo un inicio tormentoso debido a que dos personas que se identificaron como miembros de colectivos de El Valle sacaron pistolas para impedir el acceso a la prensa. Sin embargo, el personal del hospital logró que los medios de comunicación hicieran un recorrido por las instalaciones, bajo la mirada atenta y los reproches del personal de seguridad del hospital. La primera parada fue el área de Medicina Interna en el piso tres, donde los pacientes tienen que esperar meses –algunos casos tienen hasta dos años-, por una operación.
Yendy Méndez lleva tres meses aguardando una cirugía que le libere de una obstrucción intestinal. Los médicos le dicen que el intensificador de imágenes del quirófano no está operativo y tiene que esperar su reparación para que lo intervengan. Mientras tanto, y como puede, compra semanalmente dos bolsas de alimento intravenoso que le cuestan 17 mil bolívares cada una para sobrevivir.
“No tengo los insumos para irme a otro hospital, y mi familia hace lo imposible para conseguir mis medicinas. Necesitamos la intervención del gobierno antes de que la gente se muera”, comenta.
En su rostro están las marcas de la debilidad. Los huesos de los pómulos se le marcan tanto que no hay una evidencia clara de dónde empiezan las mejillas. Además, no puede caminar desde hace seis semanas por lo que está postrado en una silla de ruedas. Siempre con dos vías adheridas a sus brazos. Habla con calma, pero con determinación.
En similar condición se encuentra Tomás Ugueto. Desde marzo del año pasado está esperando por una grapa intestinal que le resuelva una grave infección en el estómago.
“He enviado dos cartas a Presidencia porque no tengo el dinero para comprarla. Cuesta más de cien mil bolívares. Además, la semana pasada me iban a operar para liberarme la presión de la barriga y no se pudo porque la máquina de anestesiología está dañada”, explica.
Ugueto ha sido testigo en la sala donde está hospitalizado de cómo en lo que va de año han muerto al menos cuatro personas esperando una cirugía.
“No hay insumos, ese es el principal problema. Aparte de que las instalaciones están por el suelo”, dice mientras las enfermeras cuidan de que durante la protesta no lo pisen o lo empujen porque tiene fuertes dolores en la espalda y piernas.
“Sin insumos no hay salud”
Actualmente por servicio –tarde y noche-, en el Universitario se habilitan entre dos y tres quirófanos. Pero la falta de personal hace que su operatividad esté determinada por la posibilidad de que haya anestesiólogos o especialistas. El hospital cuenta con cinco anestesiólogos, pero tres máquinas de anestesiología están dañadas. A eso se une que el servicio de agua potable sólo tres veces a la semana y los pacientes que están hospitalizados tienen que llenar potes y botellas para consumo personal y lavar los baños.
“Durante 2015, unos 4.100 pacientes que esperaban operación tuvieron que ser referidos a otros hospitales porque aquí no había los recursos para atenderlos. En lo que va de 2016 hemos referido a 100 y apenas se han realizado 30 operaciones” informó el doctor Gherson Casanova, Presidente de la Sociedad Médica del hospital Universitario.
En emergencia no hay gasas ni suturas, y hace dos semanas la dirección del hospital tuvo que cerrarla por falta de insumos. Por otro lado, no hay acetatos para imprimir las placas de rayos X y los médicos tienen que tomarle una foto a la pantalla donde sale la radiografía para pasarla por WhatsApp a los especialistas.
Durante todo el recorrido los participantes de la protesta gritaban: “¡sin insumos no hay salud!”, y portaban pancartas donde exponen la radiografía del hospital.
Luis Goncalves fue uno de ellos. Él estuvo dos meses esperando por una operación en oncología. Tiene cáncer en la columna y cuenta que cuando ingresó por primera vez al hospital fue por emergencia a finales de enero.
“Me tuvieron esperando doce horas por una cama porque en la emergencia no había. Me mandaron a sentar en una silla mientras me colocaban la vía. Luego me tocó padecer lo que los médicos denuncian. Yo tenía que venir al menos tres veces por semana para recibir tratamiento. Los insumos desde las jeringas hasta la gasa tenía que comprarlas yo”, comenta.
Como él, muchos de los pacientes del área oncológica tienen que ubicar en farmacias fuera del hospital los insumos para recibir su quimioterapia.
¿Y ahora qué?
El hospital Universitario es referencia en el país por su talante educativo. Desde su fundación en 1956 mantiene un convenio con la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela para que ahí funcione la escuela “Luis Razzetti”. Además, entre las décadas de los 70 y 80 fue reconocido por sus postgrados de cirugía, neonatología y obstetricia.
En las afueras de emergencia funcionan dos líneas de moto taxis cuyo retiro han solicitado tanto el personal médico como obrero. Han reclamado a la dirección del hospital porque según ellos esa presencia aumenta la inseguridad. Mientras que los puestos de chuchería, artículos de higiene personal y comida hacen su agosto todos los días con los sobreprecios en sus productos.
La Sociedad Médica del hospital espera que el Ministerio de Salud envíe una comisión especial para que evalúe “con sus propios ojos”, la situación de la estructura. Y oficialice la crisis humanitaria.
Con información de El Estímulo