Mientras, las brigadas Ezdin al Qasam, el brazo armado de Hamás, lanzaron un ultimátum a Israel para que retirara a los agentes policiales de la Explanada y del barrio jerosolimitano de Seij Yarrah, también con protestas diarias, y liberara a los detenidos en los disturbios de estos días.
Poco después de alcanzarse el plazo límite de la amenaza, sonaron las alarmas antiaéreas en Jerusalén, algo que no sucedía desde 2014.
Decenas de cohetes desde Gaza
El brazo armado de Hamás disparó siete proyectiles, seis de ellos dirigidos a Jerusalén, de los que cuales uno fue interceptado, otro cayó en una casa a las afueras de la ciudad y el resto en áreas despobladas. Las explosiones se escucharon en toda la ciudad.
Milicias palestinas se unieron al lanzamiento y durante toda la tarde se registraron más de 50 disparos, sobre todo contra las comunidades israelíes colindantes con la Franja.
Además, el grupo islamista Yihad Islámica Palestina se atribuyó el lanzamiento de un misil antitanque contra un vehículo israelí, que hirió levemente a un civil.
«Tenemos la capacidad, la autoridad y la intención de dar un fuerte golpe a Hamás«, aseguró un portavoz del Ejército israelí en respuesta a los disparos de este lunes, y adelantó que prevé que «la escalada dure un tiempo prolongado».
Un portavoz militar confirmó esta tarde bombardeos de represalia contra objetivos de Hamás, que controla de facto el enclave, y ataques selectivos que mataron a tres milicianos.
Testigos de Beit Hanun, donde se produjo una de las explosiones, dijeron que la muerte de los menores y otros palestinos se produjo por el lanzamiento de un cohete fallido que cayó en una vivienda. El Ministerio de Sanidad del enclave confirmó la muerte de 20 personas e informó que la cifra de heridos llegó a 65.