Carmen Beatriz Fernández, directora de la consultora DataStrategia, aseguró en una entevista para el diario El Tiempo, que ante el escenario de las próximas elecciones parlamentarias, la oposición se enfrentará “cómoda” ante al Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv).
Asimismo, aseguró que en períodos electorales Chávez intentaba capturar al elector del centro del espectro político, agregando que esto era «muy astuto de su parte», sin embargo «Nicolás Maduro actúa diferente: más bien cuando está en campaña ha migrado a las bases chavistas. Como presidente y como candidato parece que aún intenta conquistar al chavismo».
Esta es la entrevista completa
-En todo caso, algunos expertos sostienen que hay dos variables que pueden haber influido en el éxito electoral de Chávez: el gasto público materializado en misiones sociales y su carisma. ¿A qué puede apelar Maduro?
– Entre el mes pasado y este, Maduro ha aumentado cuatro puntos, pero los ha subido dentro del chavismo. Eso indica que Maduro trabaja para conquistar al elector chavista. La popularidad de Maduro es muy baja, ha estado alrededor de 20% y ahorita ronda 24%, con la ayuda del despliegue comunicacional del tema del decreto de Obama.
-Eso indica que el manejo del decreto de Obama funcionó. ¿Es decir que si Maduro mantiene estrategias similares, su popularidad podría continuar aumentando en estos meses previos a las elecciones parlamentarias?
-El chavismo ha mermado constantemente en estos últimos dos años hasta ser hoy una tercera parte del país. Quizá Maduro puede crecer un poco más, pero dentro del mismo chavismo. Es decir, que no será mayoría.
-A partir de esas estadísticas de popularidad que usted cita, cabe preguntarse: ¿La crisis, admitida por el gobierno, es más fuerte que la apelación recurrente a la imagen casi mitificada del presidente fallecido?
-Chávez todavía es lo mejor que tiene el chavismo, pero nadie come de eso. Es lógico que haya ido mermando el chavismo, porque hay unos indicadores de desempeño de gobierno que son pésimos. Ante un gobierno tan malo, se impone un consenso nacional de la necesidad de cambio. 80% de la población está pidiendo un cambio. Ese porcentaje incluye parte del chavismo. En ese sentido las elecciones parlamentarias son una oportunidad maravillosa para que el país cambie.
-El gobierno reconoce que hay una crisis, pero ha argumentado que es culpa de una “guerra económica”, de un complot internacional. Y ha insistido que pese a la escasez y la inflación “hay patria”. ¿Qué impacto puede tener tiene esa narrativa en un escenario electoral?
-Sí, ese argumento lo compra mucha gente. Creo que más de 35% de la población. Pero vamos a profundizar: hay quienes creen que sí hay guerra económica, pero están convencidos de que la perdió Maduro. De modo que quien se cree ese cuento completo es el madurismo, que es menor que el chavismo.
-La otra cara de la moneda es que la oposición luce desarticulada. Durante este período sin elecciones ha mostrado sus fisuras…
-Es normal que existan diferencias, pero el principal problema de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) fue hacerlas visibles. Eso hizo que perdiera prestigio institucional. La unidad como concepto sigue siendo superior en fuerza electoral, más que la unidad como institución. Pero la MUD ha venido haciendo acuerdos. Quizá no con la contundencia y la persuasión requeridas, pero viene articulándose. Hoy los números de muchas encuestas dibujan un panorama electoral muy diferente. Nunca antes la oposición iba a una elección con 20 puntos por encima. Es decir, si no cambia nada, va mucho más cómoda que el oficialismo. Pero aquí van a cambiar muchas cosas.
-¿A qué cosas se refiere?
-A lo que hemos estado viendo. Están jugando con los cocientes poblacionales. Es un uso muy burdo y poco científico de las estadísticas, de la demografía. Por ejemplo: Baruta, municipio mirandino de mayoría opositora, perdió 100 mil habitantes, según la proyección aprobada en la Asamblea Nacional, por lo que perdería un diputado ¿Quién lo gana? Valles del Tuy, que es de mayoría chavista. Ya hay cinco casos así, y es posible que terminen siendo muchos más.
-Voceros de la oposición han dicho que, quizá, eso no perjudique mucho a los candidatos de la MUD, porque, consideran, pueden ganar incluso en zonas tradicionalmente chavistas.
-Sí podría perjudicarlos. Es una posibilidad. Si la oposición saca 58% repartido a nivel nacional, tendría la mayoría calificada. Pero con ese proyecto podrían perder cinco diputados. El mensaje que pueden estar enviando es, quizá, que tienen miedo de perder las elecciones. Fíjate, muchas investigaciones demuestran que el germen de las rebeliones populares no tiene que ver nada más con cómo vive la gente, sino también cómo se deterioran tanto sus condiciones de vida tan aceleradamente.
-Si eso es así, ¿qué impacto puede tener una buena campaña electoral del chavismo? A Chávez, por ejemplo, le funcionó evocar lo emocional, y la inflación era alta.
-El país iba a una hecatombe y lo sabían los analistas, pero no el pueblo. Al final Maduro también es una víctima de la circunstancia. Le dieron una bomba de tiempo activada y se le explotó en las manos. El gran responsable, y lo reafirman las declaraciones de Giordani, es Chávez. Sobre el impacto de una buena campaña: el chavismo fue un fenómeno telúrico que sacudió a la sociedad venezolana, y aunque va mermando sigue allí. Pero Maduro no va a ganar más seguidores; puede crecer, como mucho, hasta tener 30% de apoyo, pero no va a conquistar ni un solo voto fuera del chavismo.
-¿Está diciendo que el chavismo tocó un techo que no podrá superar más nunca?
-Sí. Lo que pasaba con Chávez es que él siempre fue mayoría. Maduro no, o sí, pero fue una mayoría muy espuria. Él tiene una ilegitimidad de origen, además de ilegitimidad de desempeño. Entonces le queda la legitimidad del uso de la violencia y es a lo que ha apelado: ahí vemos a los presos políticos y lo poco que cuida las formas ¿pero qué pasa? El uso de la violencia no es permisible en una sociedad democrática y por eso el gobierno está tan mal parado internacionalmente.
-En este contexto se percibe desesperanza en la calle. ¿Es descabellado pensar que tal estado podría materializarse en abstención, que, naturalmente, suele ser más alta en elecciones parlamentarias? ¿Qué puede hacer la oposición para mitigar esa sensación?
-La desesperanza es la principal estrategia que tiene el oficialismo para ganar, porque si la gente anda en ese estado, no tendrá que hacer mayor cosa. Ahora, para la oposición es clave esperanzar y todavía no he visto que estén haciendo eso. Los políticos son vendedores de esperanza. Ahí están los puntos que subió Capriles en la campaña cortísima de 2013, y fue por eso.
-La oposición desarticulada, tal como se ha mostrado, puede generar más bien desesperanza, ¿no?
-Totalmente. No puedes tener 300 candidatos hablando de cosas diferentes.
-¿Todavía necesita la oposición que alguien la aglutine?
-Eso, o un trabajo articulado, de consenso. Una estrategia adecuada debe unificar el mensaje.
Con información de El Tiempo.