El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, rechazó el martes 30 de abril la sublevación de un grupo de militares contra su aliado, Nicolás Maduro, a quien reiteraron su “firme apoyo”. “Rechazamos este movimiento golpista que pretende llenar de violencia al país”, escribió el gobernante cubano en Twitter.
“Los traidores que se han colocado al frente de este movimiento subversivo, han empleado tropas y policías con armas de guerra en una vía pública de la ciudad para crear zozobra y terror”, agregó.
Los militares sublevados apoyan al presidente encargado, Juan Guaidó, quien llamó a toda la Fuerza Armada a sumarse al movimiento que el gobierno denunció como un «golpe de Estado».
Guaidó apareció además junto con Leopoldo López, su copartidario, quien dijo haber sido liberado de la prisión domiciliaria por los militares que apoyan a Guaidó.
Por su parte, el canciller de Cuba, Bruno Rodríguez, reiteró el “firme apoyo y solidaridad de Cuba” a Maduro, “y a su gobierno y pueblo bolivariano y chavista”, y pidió el cese de las agresiones.
El presidente de Bolivia, Evo Morales, también tomó partido por Maduro y, a través de Twitter, escribió:
«Convocamos a gobiernos de América Latina a condenar el golpe de Estado en Venezuela e impedir que la violencia cobre vidas de inocentes. Sería un nefasto antecedente dejar que la intromisión golpista se instale en la región. El diálogo y la paz deben imponerse sobre el golpe».
Maduro denunció el hecho como un “intento de golpe de Estado” y manifestó que la situación está controlada.
El gobierno de Maduro es un aliado estratégico de Cuba, importante proveedor de combustible y consumidor de los servicios médicos de la isla. Ambos, además de Nicaragua, están en la mira de Estados Unidos, a los que llama la “troika de la tiranía”, cuestiona sus sistemas de gobierno y los acusa de no respetar los derechos humanos de sus ciudadanos.
Washington, que respalda a Guaidó, ha aumentado la presión contra Venezuela y Cuba.