Desesperación por hambre. Es la palabra que sobresale al ver este video. Un ciudadano, por iniciativa particular, se trasladó hacia una comunidad para entregar algunos platos de comida a personas en situación vulnerable. La escena es dramática.
El carro fue rodeado por madres desesperadas y niños llorando. «Señor, señor, deme uno, tengo hambre», grita un menor.
En el país con mayores reservas petroleras del mundo y con un precio del petróleo en franco ascenso, los ciudadanos son limitados de las necesidades más básicas. Condenados a morir de hambre y sin medicinas. Sin un plan de gobierno que haga frente a la temible situación.