El fantasma de la escasez ha despertado en Venezuela después de que el Gobierno anunciase el retorno del control de precios en más de 40 productos de consumo masivo, una política que en el pasado se tradujo en escasez generalizada y que busca, como antes, combatir la inflación y especulación.
Ante una «alteración en la dinámica de precios«, el Ejecutivo salió al paso -a través de su ente regulador en el comercio- con una publicación en redes sociales en la que establecía a cuánto debería venderse la harina, el azúcar, el arroz y otros productos. El mensaje levantó un polvorín y, minutos después, fue eliminado.
Tras ese amago, el diputado oficialista Jesús Faría, presidente de la Comisión de Economía y Finanzas del Parlamento, confirmó que el Ejecutivo adoptó «un conjunto de decisiones para establecer precios máximos de venta al público en más de 40 productos«, sin precisar qué artículos estarán dentro de este control ni cuándo entrará en vigor la medida.
A juicio de la economista Litsay Guerrero, investigadora del Centro de Divulgación del Conocimiento Económico (Cedice), el Gobierno intenta mejorar la percepción de la población sobre su gestión ante el alza de precios, que en noviembre llegó al 21,9 %, según estimaciones independientes.
Con este anuncio, la llamada revolución bolivariana busca enviar «la señal de que desea ejecutar acciones que permitan solventar estos problemas. El asunto es que esta no es la forma de solventarlos, (…) es un problema que no se va a resolver por el hecho de que se vuelvan a controlar los precios», dijo a EFE.
UN MONSTRUO DORMIDO
Si bien los últimos años fueron de «desaplicación» del control de precios, este sigue existiendo, pues «no ha habido una derogatoria» de las normativas que le dan vigencia a esta política, entre ellas la Ley de los Precios Acordados, creada en 2017, recordó Guerrero.
«Lo que tenemos es ese monstruo durmiendo que -en cualquier momento- puede despertarse. Hasta ahora, pareciera que se asoma, aunque no hay nada concreto, y lo que genera, por supuesto, es incertidumbre», señaló.
Ese desasosiego está directamente relacionado con el historial de controles que el chavismo implementó a partir de 2003 y que se fueron endureciendo en la última década, cuando el Gobierno decidió el precio de numerosos productos y servicios de primera necesidad, muchos de los cuales dejaron de estar disponibles para los consumidores.
Como resultado de esas políticas, los alimentos más básicos, medicamentos y artículos de higiene personal escasearon en los comercios, en cuyos alrededores amanecían, cada día, cientos de personas en colas con la esperanza de adquirir algo.
Estos escenarios se hicieron comunes y se recrudecieron con masivas fiscalizaciones y detenciones de gerentes de establecimientos comerciales, especialmente entre 2015 y 2018.
ALZA DE PRECIOS
El regreso del control ocurre en medio de una escalada de precios, asociada al alza en la cotización del dólar, que en los primeros 20 días de diciembre aumentó un 42 %, lo que tiene un impacto directo en los bienes y servicios, calculados, en su mayoría, en la divisa estadounidense.
Solo entre el 9 y el 16 de diciembre, el precio del kilo de carne subió de 78 bolívares a 117 bolívares en un comercio en Caracas, lo que representa un incremento del 50 %.
La encargada del local, Grecia Reinoso, dijo a EFE que es inviable que se imponga un mismo precio para todos los comercios, que tienen proveedores distintos y manejan diferentes cantidades de mercancías -dependiendo del tamaño del establecimiento-, lo que hace que varíen sus costos.
El control de precios «puede generar escasez. Habrá productos que, por lo menos nosotros, los comercios pequeños, dejaremos de vender«, agregó la mujer de 27 años que, como todos los venezolanos, todavía no sabe cuándo verá luz verde esta medida.
EFE
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