Algunas vuvuzelas y silbidos acompañaron a los cánticos antigubernamentales, al igual que unos tímidos petardos, quizás adquiridos con vistas a una victoria.
Los vecinos de Teherán expresaban así una vez más su descontento con la situación política del país, que vive protestas desde mediados de septiembre tras la muerte de Mahsa Amini tras ser detenida por no llevar bien el velo islámico.
También quizás mostraban su desagrado con la pérdida de un día libre, ya que miembros del Parlamento llegaron a plantear una jornada festiva para el miércoles si se derrotaba a los estadounidenses en el terreno de juego.
“Un amargo final para lo que podría haber sido un viaje alucinante”, resumió el periódico Iran Daily.
“Irán fracasa a la hora de pasar la siguiente fase otra vez”, expresó por su parte la agencia Mehr en una seca nota sobre el encuentro.
El partido era de alto voltaje para los iraníes incluso antes de comenzar y más allá de lo deportivo.
Por una parte el rival iraní era Estados Unidos, su mayor archienemigo geopolítico desde 1979, año del triunfo de la Revolución Islámica.
Por otra, las protestas han sobrevolado a la selección de fútbol de Irán y a sus jugadores, atrapados entre quienes les exigen que se unan a las movilizaciones con gestos simbólicos y quienes les acusan de traidores cuando lo hacen.
Los futbolistas iraníes no cantaron el himno de su país antes del partido del mundial de Qatar 2022 frente a Inglaterra, que perdieron 6-2, pero sí lo hicieron ante Gales el viernes y hoy ante Estados Unidos.
Horas antes del partido ante los estadounidenses, la CNN informó de que los jugadores habían recibido amenazas contra sus familiar para que se comportasen.
Y es que los futbolistas se encuentran entre las figuras públicas que han apoyado las protestas de forma más clara, con manifestaciones en redes sociales o gestos en partidos.
Esa actitud la ha pagado con su arresto el exjugador de la selección nacional Voria Ghafouri, quien fue liberado precisamente esta mañana bajo fianza.
Las revueltas comenzaron por la muerte de la joven kurda de 22 años, pero han evolucionado y ahora los manifestantes piden el fin de la República Islámica fundada por el ayatolá Ruholá Jomeiní en 1979.
Más de 300 personas han muerto en la represión policial y al menos 2.000 han sido acusadas de diversos delitos por su participación en las mismas, de las que seis han sido condenadas a muerte hasta ahora.
Redacción Maduradas con información de EFE
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