Decenas de miles de rusos se despidieron del líder opositor, Alexéi Navalni, que fue enterrado el viernes en Moscú, en una clara muestra de desafío al que sus partidarios consideran responsable de su muerte hace dos semanas en prisión, el presidente, Vladímir Putin.
«¡No tenemos miedo! ¡No perdonamos! ¡No a la guerra!», coreaban los asistentes a los funerales, entre los que algunos se atrevieron a gritar «¡Putin, asesino!».
Las colas para despedirse de Navalni se extendían por varios kilómetros, escenas que no se veían en este país desde hacía muchos años. En previsión de una muestra de afecto tan multitudinaria, la iglesia ortodoxa de Máriino amaneció rodeada por un cordón policial sin precedentes integrado por cientos de agentes del orden.