La probabilidad de que se desarrolle el fenómeno climático de El Niño hacia febrero del próximo año está entre el 75 % y el 80 %, pero los científicos pronostican que si ocurre no será tan severo como el registrado entre 2015 y 2016, anunció hoy la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
En ese periodo, El Niño tuvo un fuerte impacto y estuvo relacionado con sequías, inundaciones y el blanqueamiento de corales en distintas partes del mundo.
Sin embargo, un eventual fenómeno de El Niño en los próximos meses sí puede alterar las lluvias y las temperaturas en diversas regiones e impactar en la agricultura, la gestión de recursos de agua y en la salud pública, explicó la portavoz de la OMM, Clare Nullis.
Agregó que El Niño que se avecina podría combinarse con el cambio climático de largo plazo que sufre el planeta y llevar a un salto de las temperaturas.
Las temperaturas de la superficie del mar ya revelan la presencia de un débil El Niño, por lo que se puede esperar que el nivel de lluvias entre diciembre y febrero corresponda a las que se producen cuando éste fenómeno está activo.
El Niño provoca fluctuaciones en las temperaturas superficiales del agua en la zona del Pacífico ecuatorial, junto con cambios en la circulación atmosférica, que todavía no se han observado de manera clara.
“La temperatura de la superficie del mar está a niveles de El Niño desde octubre, pero la atmósfera todavía no ha respondido con un calor adicional, mientras que los vientos y nubes altas, y la presión del mar tampoco reflejan sus características típicas”, precisó la organización.
Las predicciones indican que esto puede cambiar en uno o dos meses.
Por todo ello, existe entre un 75 % y 80 % de posibilidades de que se desarrolle el fenómeno de El Niño entre diciembre y febrero, y un 60 % de que continúe en el periodo entre febrero y abril de 2019.
Información de EFE.