Este lunes 18 de octubre, se celebró la primera audiencia en contra del empresario colombiano Alex Saab en Estados Unidos, en la cual se le negó la libertad bajo fianza por presentar “riesgo de fuga”.
Al mismo tiempo, se estableció que la próxima audiencia del presunto testaferro de Nicolás Maduro se llevará a cabo el próximo 1° de noviembre. Durante la misma, Saab deberá decidir si se declara culpable o no culpable.
El juez J. O’Sullivan le notificó durante la audiencia virtual vía Zoom sobre las ocho acusaciones de lavado de dinero proveniente de presuntos negocios corruptos con el régimen de Maduro.
La periodista Carla Angola continúo revelando algunos detalles sobre esa audiencia celebrada este lunes. Explicó que ninguna audiencia se está llevando a cabo de forma presencial por la pandemia del coronavirus. Además, añadió que el presunto testaferro de Nicolás Maduro será sometido a una cuarentena de al menos dos semanas tras su viaje desde África.
Asimismo, Angola se refirió sobre la fotografía que usó el sistema penitenciario de Estados Unidos para confirmar la detención de Saab en una de sus cárceles en Florida.
“Esa fotografía que lo vemos con el cabello despeinado y prácticamente lloroso y muchos lo sospechaban. Pues sí, me confirmaron que Alex Saab se quebró, justo antes de tomar ese retrato”, dijo en un video publicado en su cuenta en la red social Twitter.
La periodista señaló que los reclusos que ingresan a uno de los recintos penitenciarios de Estados Unidos deben pasar una revisión de cavidades, ya que las autoridades tienen que asegurarse que no traen ningún tipo de armas o drogas.
“Para un hombre quien viene de tanto poder, y ser antiimperialista, estuvo literalmente arrodillado frente al imperio; y dicen que él sintió una gran humillación y se quebró y tuvieron que pedirle que se calmara para poder obtener la fotografía”, indicó.
Más de 300 personas pudieron conectarse a esa audiencia virtual. En ese sentido, Angola describió cómo fueron las expresiones del empresario colombiano cuando le leyeron los cargos en su contra.
“Le temblaban las piernas debajo de la mesa. Lo estuve observando todo el tiempo y fruncía el ceño, se ‘sorprendía’ al oír los cargos y después intentaba sonreír, pero no podía, su rostro confundido prevalecía”, concluyó.