Messi quiso demostrar desde el inicio quien es el rey actual. Tras lograr el sueño de su carrera con la conquista del Mundial de Qatar. El broche soñado. A los tres minutos, en una acción del tridente temible del PSG, Mbappé encontró a Neymar y el pase picado al desmarque de Leo, que superó con un toque de calidad la salida del portero.
No había mejor acicate para que Cristiano Ronaldo regresase a un nivel que hacía tiempo no exhibía. Respondía de inmediato con un disparo que sacaba Keylor Navas. En ese reencuentro repleto de cariño con excompañeros como Sergio Ramos, al que midió en cada acción.
La afición enloquecía con un caño de Cristiano al rival tras un regate de tacón. El PSG salió con un once con el que perfectamente podía jugar un partido grande, salvo en la portería, donde descansó Donnarumma. Sin la tensión competitiva era el escenario perfecto para brillar. Y Cristiano, en su puesta de largo en Arabia Saudí, con el brazalete de capitán de un equipo que mezclaba jugadores de su club, Al-Nassr, con los del Al-Hilal, no cesó en su intento hasta dejar su huella.
Mientras se reflejaba un crecimiento en la competitividad del fútbol en el que aterriza Cristiano como nuevo impulso, tras un gol anulado a Mbappé tras un regate deteniendo el tiempo de Messi, Cristiano dejó uno de esos saltos prodigiosos en la búsqueda del remate a una falta lateral y Keylor midió mal. Con el codo golpeó el pómulo izquierdo del astro portugués. Penalti claro.
Con la cara hinchada y dolorido chutó Cristiano. Infalible a la red. Fueron momentos en los que el PSG encontró la duda tras una expulsión por roja directa del español Juan Bernat. Clara al cortar un contragolpe desentendiéndose del balón y siendo el último defensor de su equipo. Sin embargo, en inferioridad apareció la calidad de Fabián Ruiz para inventar el segundo, poniendo en bandeja el tanto a Marquinhos.