Ya no importa si «en el supermercado de la esquina me venden los cortes de carne como me gustan», o si «en el abasto de allá, me tratan tan bien que prefiero pagar un poco más que comprar en otro lado».
Ya no importa si el venezolano se siente cómodo en algún lugar o si prefiere la calidad de un establecimiento o de otro, lo cierto es que esos días se acabaron y ahora se compra «donde hay» y se aplazan los planes y costumbres que antes se tenían por poder conseguir «algo» de la comida a la que antes se estaba acostumbrado.
Héctor Gómez tiene 82 años de edad y su esposa Yolanda 79 años. Residen en Los Ruices y viven de su pensión y la ayuda de sus hijos. Llevan 54 años casados y afirman que lo que más echan de menos de otros tiempos es bajar en las tardes a tomarse un café en la terraza de la esquina de su edificio y conversar con los amigos.
Ahora ese tiempo lo dedican a buscar alimentos regulados para poder rendir los ingresos. El año pasado hacían un mercado quincenal y ahora van todos los días a los supermercados a ver qué consiguen. Así como Héctor y Yolanda otros consumidores dijeron que modificaron su frecuencia de compra.
Mariana Delgado, secretaria, contó que su hora de almuerzo la utiliza para recorrer los supermercados. Mientras que Federico Muñoz, especialista en sistemas, dijo que él y sus compañeros se ausentan de la oficina, según el terminal de la cédula, para ir a comprar previo permiso de la jefe del departamento.
“La frecuencia de compra está asociada a la disponibilidad de los productos”, dijo Luis Vicente León, director de Datanálisis, y añadió que 76,1% de los consumidores no consigue o consigue poco de lo que busca.
El consumo en el país se orienta en mayor porcentaje a bienes esenciales, como arroz, pasta, harina. Sin embargo, prevé una caída de 6% en el consumo a finales de este año, indicó.
Un estudio realizado por Intercontinental Marketing Services (IMS Health), en agosto de 2014, sobre los hábitos de compra de productos alimenticios y cuidado personal entre 1.200 consumidores de Caracas, Maracaibo, Valencia, Barquisimeto, San Cristóbal, Barcelona, Puerto la Cruz y Puerto Ordaz, muestra que 45% realizaba la compra mensual, 31% en cualquier momento, 19% semanal y 5% diariamente.
Un año después, cuando 36,2% de los 58 productos de la canasta alimentaría escasean, según el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros, los consumidores consultados en un recorrido por el este de Caracas afirmaron que salen a comprar todos los días.
Lo que hay. La economista Anabella Abadi señaló que las prioridades de consumo son particulares en cada familia, pero la comida está siempre en primer lugar cuando se tiene niños, seguido de educación y salud. Agregó que mientras la clase media reduce la parte del presupuesto que destinaba a esparcimiento, cultura, ejercicios y viajes, la clase que menos ingresos tiene recorta en lo más básico y no cubre la canasta alimentaría completa ni las medicinas.
Mario Jiménez, administrador, afirmó que sus niveles de colesterol y triglicéridos están por las nubes debido a que come lo que consigue y no lo que debe porque no lo puede pagar. “Comía pescado varias veces a la semana, ahora con el kilo a casi 3.000 bolívares no lo puedo pagar”.
La presidente del Colegio de Nutricionistas de Venezuela, Nixa Martínez, afirmó en una entrevista radial que el venezolano está consumiendo lo que consigue porque no hay otra solución y de continuar esta situación los resultados van a ser catastróficos sobre todo en los niños por la disminución del consumo de calcio. Esto genera retrasos de desarrollo y crecimiento, además de debilitar el sistema inmune.
Otro hallazgo del estudio de IMS Health fue que los consumidores en 2014 escogían su lugar de compra y fundamentaban su elección considerando los servicios que les ofrecía el establecimiento. 24% de los consultados dijo que valoraba principalmente que la ubicación del comercio fuera conveniente, 18% que hubiese variedad de productos y marcas, 16% que tuviese ofertas y descuentos, 16% la atención al cliente, 14% que el lugar estuviese iluminado, limpio y fuese seguro, 12% dijo estacionamiento gratis.
En 2015 la situación cambió. Laura Gil, ingeniero, aseguró que la escasez, las restricciones al día de compra por el terminal de cédula, las captahuellas y el limite de cantidad de productos que se pueden adquirir, acabaron con la preferencia hacia un determinado supermercado.
“Yo compraba en el supermercado a una cuadra de mi casa, pero ahora allí nunca hay productos básicos”.
Con información de El Nacional.