«Luego oímos un ruido y escarbamos (…), limpiamos el lugar y encontramos a esta pequeña, alabado sea Dios», dice.
La recién nacida todavía tenía el cordón umbilical unido a su madre. «Lo cortamos y mi primo trasladó el bebé al hospital», prosigue.
En un video que circula en las redes sociales, se ve a un hombre que lleva entre los cascotes a un bebé desnudo, recubierto de polvo, con el cordón umbilical todavía colgando.
En medio del frío glacial, otro le lanza una manta para cubrir a la criatura.
«El tiempo apremia»
La bebé fue llevada al hospital de la ciudad cercana de Afrin, donde fue puesta en una incubadora y se le administró vitamina.
«Llegó con los miembros entumecidos por el frío, su tensión había bajado. Le hicimos los primeros auxilios y la pusimos bajo perfusión porque había estado demasiado tiempo sin ser alimentada», explica a AFP el doctor Hani Maaruf.
La pequeña tiene contusiones, pero su estado es estable, según el médico. «Probablemente nació siete horas después del sismo», añade. Pesa 3,175 kg, así que nació en el tiempo previsto, precisa.
Con sus pocos medios, los rescatistas tardaron horas en poder retirar los escombros para extraer los cuerpos del resto de la familia.
Los pusieron unos al lado de otros en la casa de un allegado, recubiertos con sábanas, a la espera del funeral.
En la habitación, Khalil Sawadi enumera sus nombres. «Somos desplazados de Deir Ezzor, Abdalá es mi primo y estoy casado con su hermana», dice.
La familia había huido de la región inestable de Deir Ezzor, más al este, creyendo que estarían seguros en Jindires, una localidad controlada desde 2018 por las fuerzas turcas y los grupos rebeldes proturcos.
Redacción Maduradas con información de AFP
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