Helmer Francisco Herrera Buitrago, conocido como Pacho Herrera, fue un importante narcotraficante del «Cartel de Cali», que operaba principalmente en el Valle del Cauca, Colombia, quien rompió algunos mitos sobre la homosexualidad en el mundo criminal.
Pacho Herrera tenía un aspecto físico elegante, que se hacía notar cuando llegaba a algún lugar, quien se presume que venía de una familia vinculada al crimen tomando en cuenta algunas versiones que apuntan a que era hijo de Benjamín Herrera Zuleta, conocido como El Papa Negro de la Cocaína Herrera Zuleta.
Este narcotraficante comenzó con el tráfico de joyas de menor valor, pero también aprovechó sus conocimientos en mecánica para fabricar piezas para aeronaves trabajando para la empresa Nemac Corporation en Estados Unidos, donde también trabajó operando aviones de guerra para el gobierno norteamericano, vehículos que más adelante usó para ingresar droga a ese país.
Primero trabajó legalmente, era mecánico industrial y como el dinero no era suficiente comenzó a comprar relojes y calculadoras de alta tecnología en estados Unidos y los enviaba a Colombia para venderlos a precios que le dejaban ganancias.
Pero la codicia y las ganas de hacerse de dinero no le permitieron quedarse allí, habló con su hermano, Ramiro Herrera, para incursionar en el lavado de dinero y finalmente, se unieron para iniciarse en ese delito. Compraron ollas y otros electrodomésticos y en algunos apartados de estos elementos colocaban dólares para traficarlos.
Luego regresó a Colombia, comenzó a crear su organización junto a su hermano, que inicialmente se conocía como el «Clan Herrera», y más adelante se unieron a los hermanos Rodríguez cumpliendo labores como enlaces entre Colombia y Estados Unidos.
Con esta alianza envió gran cantidad de cocaína a Estados Unidos, hasta que en los años 90 comenzaron a notarse sus operaciones ilícitas y la fachada de empresarios empezó a desvanecerse.
La vanidad y la necesidad de mantener un bajo perfil lo llevaron a realizarse cirugías estéticas para transformar su rostro, detalle que se conoció tras su muerte cuando distintos álbumes de fotos revelaban drásticos cambios en sus rasgos.
En 1996 las autoridades seguían al Cartel de Cali, buscaban las denominadas caletas, y el 1 de septiembre de ese año Pacho Herrera se entregó al comunicarse con el bloque de búsqueda de la Policía Nacional y pactó su entrega en el municipio de Yumbo, capital industrial del Valle de Cauca.
Un grupo numerosos de uniformados aprehendieron a un hombre que vestía traje elegante y lo enviaron a una prisión de máxima seguridad.
«Creo en la justicia colombiana; creo en el sometimiento, creo que es el momento propicio para una tregua; no para dar un regalo al país que ha sufrido tanto por el narcotráfico», dijo tras su entrega.
La guerra entre carteles desatada en el Norte del Valle llevó a que rivales infiltraran a un hombre en la cárcel de Palmira y que este asesinara a Pacho Herrera con siete disparos.
Sin embargo, este narcotraficante es recordado por salir del clóset, ser temido y de carácter fuerte, con una audacia que llevó a la expansión de su cartel, per que su fin llegó cuando quiso afrontar a la ley.
Redacción Maduradas con información de Infobae.
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