Olivia Farnsworth es una niña británica que sufre una rara condición que le impide sentir dolor, hambre o sueño.
La pequeña carece de una parte del cromosoma 6, una alteración genética única en el mundo que la ha hecho ganar el sobrenombre de «niña biónica» y su caso se dio a conocer en su ciudad natal, Huddersfield, entre Manchester y Leeds, cuando fue arrollada y arrastrada más de 20 metros por un carro, y ella, en lugar de quejarse por el dolor, se levantó y le preguntó a su familia qué pasaba.
En el accidente, la niña sufrió marcas de los cauchos en el pecho, quemaduras en un pie y en la cadera, y los médicos creen que sobrevivió porque se mantuvo relajada durante el hecho, no tensionarse evitó que sufriera fracturas.
En el cromosoma 6 se encuentra el complejo mayor de histocompatibilidad que se relaciona con la respuesta inmune del organismo, la pérdida total de este cromosoma es incompatible con la vida humana por lo que se estima que a Olivia solo le falta una parte y es complejo determinar su función exacta tomando en cuenta que este cromosoma tiene cerca de 100 genes y cada uno contiene una tarea diferente.
“El desorden cromosómico le hace inmune al dolor y no tiene ninguna sensación de peligro”, explicó su madre Niki Trepak.
Sin embargo, la ausencia del dolor no es el único problema que presenta la niña, tampoco siente hambre y puede pasar hasta 72 horas sin dormir, por eso tienen que suministrarle somníferos que le ayudan a conciliar el sueño.
Para la madre ha sido un desafío alimentarla, incluso reveló que su hija vivió a base de sándwich de mantequilla durante cerca de un año.
«Ella no siente hambre, así que no puedo amenazarla como a otros niños diciéndole que si no comes no tendrás esto porque a ella no le molesta», dijo.
El arrollamiento no fue el único accidente que vivió Olivia, cuando estaba en la guardería también sufrió una caída y se rompió el labio, en ese momento no lloró y el médico que la operó se percató de que ella no sintió dolor alguno, como si estuviera anestesiada.
Su madre también ofreció detalles del desarrollo de la pequeña: «Olivia nunca lloraba, a los nueve meses dejó de dormir con normalidad y el pelo no le creció adecuadamente hasta cumplir los cuatro años. A pesar de todo es una niña muy feliz».
Redacción Maduradas con información de Clarín.
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