La dirigente opositora venezolana María Corina Machado, destituida arbitrariamente, repartió esta semana en Brasil tarjetas personales con el logo de la Asamblea Nacional que dicen que todavía es diputada.
Machado, expulsada del Parlamento controlado por el Partido Socialista de Maduro, fue invitada por diputados opositores brasileños a hablar ante el Congreso sobre la represión a las protestas antigubernamentales que lidera hace casi dos meses en Venezuela.
“Todos se pusieron de pie y empezaron a aplaudir y decir ¡Venezuela! ¡Libertad! ¡Democracia!”, dijo a Reuters el jueves por la noche durante una entrevista en un hotel de Sao Paulo. “Y yo pensaba: el día anterior me impidieron entrar a mi Congreso con la fuerza”.
“Tener este apoyo yo creo que es muy revelador”, explica, “porque la comunidad internacional ha sido uno de los principales pilares que ha avalado y ha dado legitimidad durante los últimos 15 años al régimen”.
Los opositores venezolanos acusan al fallecido presidente Hugo Chávez y a su sucesor, Maduro, de intentar perpetuarse en el poder con trucos populistas financiados con la enorme renta petrolera de Venezuela.
Chávez ganó con comodidad todas las elecciones a las que se presentó desde 1999. Y su discípulo Maduro también se impuso en las urnas el año pasado, aunque por un margen muy estrecho.
El viaje de Machado a Brasil es parte de una campaña internacional tras perder su escaño en la Asamblea Nacional y convertirse en blanco de una investigación criminal que podría llevarla a la cárcel, como ha ocurrido con otros opositores.
El Gobierno socialista de Maduro la acusa de fomentar la violencia para provocar un golpe de Estado. Por lo menos 39 personas murieron desde el inicio de las manifestaciones en febrero, entre ellos manifestantes y también militares.
Pero Machado dice que las muertes son consecuencia de la represión, no de las protestas. El martes la policía usó gases lacrimógenos para impedirle llegar hasta la Asamblea Nacional. Agentes de inteligencia, asegura, la acompañaron “hasta la puerta del avión” que la trajo a Brasil.
En las últimas semanas viajó a Estados Unidos y Perú. En Washington usó el asiento de Panamá en la Organización de Estados Americanos para denunciar la represión, algo que eventualmente le costó la destitución en la Asamblea Nacional.
“MADURO CRUZO LA LINEA ROJA”
El viaje de esta semana tiene sin embargo un significado especial: Brasil es uno de los principales aliados de Maduro y juega un papel clave detrás del apoyo que la mayoría de América Latina da a su joven Gobierno.
“Sabemos que por razones económicas, geopolíticas o ideológicas ha habido posiciones que van desde la indiferencia hasta la complicidad”, dice Machado, una ingeniera de 46 años vestida con jeans y una blusa azul.
“Maduro cruzó una línea roja con la represión brutal y con acciones como en mi caso”, añadió.
Reuters reportó la semana pasada que la presidenta brasileña Dilma Rousseff estaba disgustada con la forma en que Maduro ha manejado las protestas y el deterioro de la economía.
Pero Machado dice que no recibió hasta ahora ninguna señal del Gobierno brasileño. Su visita, de hecho, fue ignorada por las autoridades en Brasilia.
En un año electoral, la oposición fue mucho más receptiva. Machado se reunió con Aécio Neves, futuro rival socialdemócrata de Rousseff en las presidenciales de fines de este año. Y antes de embarcar el viernes de vuelta a Caracas verá al ex presidente Fernando Henrique Cardoso.
Su movimiento Vente Venezuela es una pequeñísima fuerza dentro de la fragmentada oposición venezolana. Pero Machado se ha vuelto popular entre algunos manifestantes que se sienten abandonados por opositores más moderados como Henrique Capriles.
Maduro recuerda sin embargo que Machado apoyó en el 2002 un breve golpe de Estado contra su mentor Chávez, que recibió financiamiento de Washington y hasta se fotografió con George W. Bush en la Oficina Oval de la Casa Blanca.
Leopoldo López, otro líder opositor en la misma frecuencia que Machado, está preso bajo cargos de incitar a los disturbios y dos alcaldes de oposición están tras las rejas por no remover las barricadas en sus ciudades.
“Yo siento que a veces el mundo no entiende la profundidad de esta lucha que estamos dando en Venezuela”, dijo Machado. “Esto no es nada más por la falta de comida o porque el sueldo no alcanza. Ni siquiera por la inseguridad. Esto es un tema de dignidad”.
La crisis en Venezuela, dijo, debe ser resuelta por los venezolanos, sin interferencias externas.
“Pero sí necesitamos la solidaridad del mundo llamando las cosas por su nombre. ¿Qué les pedimos a los gobiernos? Que llamen las cosas por su nombre. En Venezuela no hay democracia”.
Con información de LaPatilla.