De acuerdo con un trabajo publicado por el portal ABC, aún existen sospechas en torno al verdadero origen del coronavirus que, actualmente, afecta al mundo entero y que habría tenido su presunto origen en Wuhan (China).
Recientemente, se dio a conocer que el reservorio animal que habría ocasionado SARS anteriores, fue descubierto con relativa rapidez, como fue el caso del originado en 2002 en China; y el MERS, el síndrome respiratorio de Oriente Medio que estalló en abril de 2012 en Arabia Saudí. En el primero de los casos, apenas en 2003, se determinó que el animal intermedio eran las civetas que se vendían para consumo humano en los mercados de Cantón (Guangdong). Pero los murciélagos de los que procedía dicho coronavirus no se encontraron hasta diciembre de 2017 en una cueva de Yunnan, al suroeste de China. Por su parte, en el caso del MERS de 2012, el reservorio fue descubierto en camellos de Omán en agosto de 2013 y ese mismo año ya se localizaron los murciélagos que tenían dicho coronavirus.
Sin embargo, en el caso del SARS-CoV-2, el cual ha desatado la actual pandemia, en China se han analizado más de 80.000 animales y aún no se ha determinado cuál fue su fuente natural: ni el reservorio intermedio ni los murciélagos que se cree son su origen.
Esto solo ocasiona que, cuanto más tiempo pasa sin dar con esta fuente natural, más son las voces de expertos que piden investigar con mayor profundidad otras teorías como la posible fuga de uno de los laboratorios de Wuhan. Sin mencionar que muchos señalan como una «extraña coincidencia» que la peor pandemia en un siglo haya comenzado, precisamente, en una ciudad donde se almacena y experimenta con la mayor colección mundial de coronavirus de murciélago.
La opacidad del régimen chino no ayuda, en nada, a despejar las dudas al respecto.
La teoría de la fuga
En el año 2015, Ralph Baric, eminencia de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill que ha colaborado con el Instituto de Virología de Wuhan (WIV, en sus siglas en inglés) y su principal figura, la experta en coronavirus de murciélago Shi Zhengli, habrían publicado un estudio al respecto de la «genética inversa» que llevó a la creación de no menos de ocho tipos de coronavirus.
Los especialistas utilizaron el método para dar vida a varios virus a través de su ADN, luego de manipularlos. Según ABC, con la técnica, ambos consiguieron cultivar en el laboratorio el SHC014 y que infectara a ratones cuyos pulmones habían sido modificados genéticamente con células humanas. También infectaron células humanas directamente y obtuvieron reveladores resultados: dos de esos coronavirus se reprodujeron, rápidamente, en células humanas.
Esto demostró que, en la naturaleza, hay coronavirus que pueden contagiar al ser humano sin necesidad de pasar por un animal intermedio.
Aunque el experimento puso de relieve esta seria amenaza, fue muy criticado por haber creado artificialmente un nuevo virus.
Los experimentos fueron duramente criticados porque, aunque Baric había llevado a cabo estos estudios en un laboratorio BSL-3+, utilizado para «patógenos moderadamente peligrosos que exigen puertas cerradas, protección ocular y separación de residuos», la doctora Shi Zhengli siguió haciendo lo mismo en el Instituto de Virología de Wuhan, pero en uno tipo BSL-2+, de menores medidas de seguridad.
Oficialmente, el virus más cercano que se guarda en Wuhan es un 96,4% similar al SARS-CoV-2 que ha desatado la pandemia y eso indica una evolución de cuatro o cinco décadas de mutaciones naturales. Vale señalar que, para crear genéticamente el SARS-CoV-2, teóricamente, haría falta un virus que fuera un 99% idéntico.
Sin embargo, muchos expertos siguen sospechando que pudo haber un accidente en el Instituto de Virología de Wuhan a la vista de estos experimentos genéticos en laboratorios de menor seguridad y, sobre todo, de la demostrada opacidad del régimen chino.
Redacción Maduradas con información de ABC
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