Para el economista José Guerra, asegura que a pesar de la narrativa del régimen de Nicolás Maduro de que no hay dinero para aumentar el salario mínimo en el país, según sus cuentas, basadas en cálculos razonables en medio de las tinieblas informativas de Venezuela, es que sí hay dinero para un aumento razonable, entre US$ 100 y US$150 mensuales.
El actual salario mínimo en Venezuela decretado en marzo de 2022 es de Bs. 120, el cual es inferior a 6 dólares mensuales según taza del Banco Central de Venezuela, si se suman los bonos que otorga el gobierno, la remuneración podría ascender a 12$ mensuales, apenas el 3% del costo de las cualquiera de las canastas alimentarias que se estiman en Venezuela, en ausencia de cifras oficiales.
Según Guerra, entre el pasado mes de marzo y diciembre de 2022 la inflación acumulada en Venezuela fue 244%, lo que sugiere que los salarios no causaron la inflación al menos en ese lapso, sino que más bien se rezagaron considerablemente.
Un salario mínimo indexado de entre 100 y 150 dólares podría ser posible según los más de 23.700 millones de dólares en recursos que percibe actualmente el régimen provenientes de:
- Exportaciones petroleras netas, incluyendo las que comenzó hacer Chevron: US$12.000 millones.
- IVA: US $3.200 millones.
- Venta de gasolina: US $1.700 millones.
- IGTF: US $1.500 millones.
- Aduanas y otras contribuciones a las importaciones: US $800 millones.
- Otros impuestos y contribuciones parafiscales: US $1.000 millones.
- Exportaciones de oro y otros minerales: US $1.500 millones.
- Impuesto sobre la renta no petrolero: US $2.000 millones.
A estos ingresos hay que agregar aproximadamente US $5.000 millones en cuentas mantenidas en el exterior, para un total de US $28.700 millones.
Guerra estima que sobre la base de una nómina de 4.200.000 pensionados del Seguro Social y aproximadamente 1.200.000 empleados públicos activos, el costo laboral con un salario mínimo de US$ 150 mensuales sería un estimado de US$ 9.720 millones anuales, los cuales serían factibles de ser pagados, dado los ingresos esperados.
El gran problema es preservar el poder adquisitivo de los salarios en un contexto que no existe en Venezuela, donde no se debate un programa económico que propenda a la estabilidad y al crecimiento de la economía, de allí que habrá que diseñar un mecanismo de ajuste de las remuneraciones a la inflación o al tipo de cambio.