La familia de Lisbeth Andreína Ramírez Mantilla, a quien cariñosamente llamaban “La Flaca”, esperan que su cadáver sea entregado para darle cristiana sepultura y no sea cremado como se había advertido que estaba ordenado.
Son oriundos de San Cristóbal, estado Táchira, desde donde relataron lo que decía el último mensaje que intercambiaron con la mujer de 30 años, quien era enfermera y estudiante.
“Alfredo, soy yo, Andreína… aquí nos agarraron con Jairo… Los amo, los amo mucho; dile a mami que me perdone, y a mi papá que me perdone por todo. Los amo, perdónenme por favor”, se escucha en el mensaje de voz de Whatsapp enviado por la muchacha a su hermano Alfredo Ramírez, a las 7:45 de la mañana, justo cuando ella y sus acompañantes eran atacados a tiros en un chalet ubicado en el kilómetro 16 de El Junquito.
Luego se enteraron de su muerte y de las mentiras que presuntamente había dicho para mantenerse de incógnito con el equipo de Óscar Pérez.
Todos creían que estaba en Maracaibo estudiando Odontología en la Universidad del Zulia (LUZ) como lo había hecho hasta hacía poco; pero al parecer viajó a Caracas por amor, para estar con su novio, el exfuncionario de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) Jairo Lugo, uno de los más confiables compañeros de Pérez.
Los parientes explicaron que el pasado 9 de enero la joven salió de su casa, ubicada en el Pasaje 4 del sector San Sebastián en el barrio Rómulo Gallegos de San Cristóbal, hacia el terminal de La Concordia para supuestamente viajar al Zulia, donde continuaría sus estudios.
La familia conocía de su relación con Jairo Lugo, él vivió en el sector durante varios años.
“La duda que tenemos es que estuviera embarazada, a no ser que tuviera poco tiempo. No se le notaba nada. Creíamos que estaba en Maracaibo y resultó en Caracas. Ella nos decía que estaba estudiando en la universidad y que estaba separada de Jairo, que no sabía de él desde hace más de seis meses. Ella no era una persona de estar metida en problemas, era enfermera y estudiante universitaria, ni siquiera le gustaba eso de las guarimbas; pueden preguntar, era muy colaboradora y solidaría, si cualquier vecino necesitaba una inyección o algo, ella siempre estaba ahí”, reflexionó Ángel Alfredo Ramírez, su padre.
Ramírez sentenció: “Ese hombre se la llevó”, mientras su hija Shirley Ramírez lo refutó: “Pero él también es una víctima más”.
“Que los medios internacionales sepan que eso pasa, porque aquí en Venezuela el país se está hundiendo, nos estamos muriendo de hambre, aquí no hay comida, no hay trabajo, no hay nada; que intercedan, mi hermana es una víctima, ella no tiene nada que ver con nada, una estudiante, quería superarse y no pudo aquí en Venezuela. Yo soy un pobre latonero, yo trabajo con carros, lo que hago es para medio comer, porque no podemos para nada más. Justicia, queremos justicia. Internacionalmente hagan algo, no se queden de brazos cruzados, Venezuela se pierde. Despierte, Venezuela, despierte, gente de Venezuela”, gritó el hermano durante la entrevista.
Sobre Jairo Lugo se supo que llegó a San Cristóbal hace varios años para hacer un curso en el Cicpc-Táchira. Allí conoció a Andreína, quien trabajaba alquilando teléfonos cerca de la sede policial. Se hicieron novios, cuando ella se graduó de enfermera se fue a Maracaibo.
Redacción Maduradas con información de La Nación.
Lea también: