El político conservador y empresario Sebastián Piñera fue investido este domingo por segunda vez presidente de Chile, en una ceremonia en el Congreso, en el puerto de Valparaíso, ante cerca de 1.400 asistentes.
«Sí, juro», sostuvo Piñera, quien ya había gobernado Chile entre 2010 y 2014, cuando el titular del Senado, el socialista Carlos Montes, le preguntó: «¿Juráis o prometéis desempeñar fielmente el cargo de presidente de la República, mantener la libertad de la nación, resguardar la Constitución y las Leyes?».
En la ceremonia, la mandataria saliente, la socialista Michelle Bachelet, entregó la banda presidencial para que le fuera colocada a Piñera, sobre la cual le fue impuesta la piocha del padre de la patria, Bernardo O’Higgins, una estrella de cinco puntas considerada símbolo de poder del país.
Tras el himno nacional, Bachelet, sus ministros y colaboradores abandonaron la sala y se procedió a la toma de juramento del nuevo gabinete, encabezado por Andrés Chadwick en la cartera de Interior y Seguridad Pública, cargo que ya había ejercido en el anterior Gobierno de Piñera.
Tras el juramento, varios de los ministros dijeron que trabajarán por el crecimiento económico del país y los derechos sociales, aunque aclararon que definirán sus prioridades la próxima semana.
«La meta es recuperar el crecimiento», afirmó el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, quien precisó que la meta del nuevo Gobierno es alcanzar un crecimiento promedio del producto interior bruto (PIB) del 4 % en los próximos cuatro años.
Ello se puede alcanzar «a través de políticas económicas y gestión de recuperación de confianzas y disminución de la incertidumbre. Hay que aprovechar los buenos ciclos de la economía internacional», dijo Larraín, que también dirigió las finanzas públicas en el primer Gobierno de Sebastián Piñera.
Ya como presidente, Piñera abandonó el Congreso y se alejó en un automóvil descubierto, entre los honores presentados por formaciones militares y saludando a la gente apostada en las aceras.
La ceremonia, una de las más breves desde que Chile recuperó la democracia, en 1990, contó con la presencia de cerca de 1.400 invitados, incluidos el rey emérito de España, Juan Carlos de Borbón, y los presidentes de Argentina, Brasil, México, Perú, Honduras, Ecuador y Bolivia, cancilleres y representantes de Uruguay, Colombia, Irán, Costa Rica, Nueva Zelanda, Ucrania, Reino Unido, España, Polonia, Ghana y Japón, entre otros.
Antes de viajar a Santiago, Piñera regresó al Palacio de Cerro Castillo, en Viña del Mar, donde ofreció un almuerzo a los presidentes, representantes de gobiernos y a otros invitados a su investidura, al que no asistió el mandatario boliviano, Evo Morales.
«Tenemos una gran misión que cumplir, que compartimos todos los países latinoamericanos, que es dejar atrás el subdesarrollo y la pobreza, y lograr integrarnos a los países que han compatibilizado la democracia, justicia, desarrollo y la paz», dijo Piñera a los presentes, antes de ofrecer un brindis «por Chile y el futuro de nuestros países y pueblos».
El presidente argentino, Mauricio Macri, cercano a Piñera, celebró también que en la región «reina la democracia y el respeto a los derechos humanos», pese a «una excepción dolorosa que tenemos», en alusión a la situación que se vive en Venezuela.
Este domingo, Piñera visitará en la capital un centro de atención a menores, donde delineará su política al respecto, y luego se dirigirá a La Moneda para cumplir otras actividades, que culminarán con la presentación de su primer discurso como presidente.
Con información de EFE
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