En el año 1982 en Venezuela sucedió algo inesperado: un jeque de los países árabes llegaría a la ciudad capital. La noticia se corrió como pólvora porque se trataba de un multimillonario inversionista y se suponía que traería más oportunidades de empleo y crecimiento al país.
Alá Al-Tamani llegó con muchas maletas, un alto personal de seguridad y 25 hermosa mujeres, 12 de ellas eran sus esposas, cuando el islam solo permite tres.
Era un hombre alto moreno y de bigote. Empresarios, conocedores del petróleo y hasta el conocido Humberto Calderón Berti estuvieron presentes.
El jeque se alojó para aquel tiempo en el Hotel Tamanaco.
Todos querían conocer al hombre. De hecho, muchos artistas, entre animadores y actrices, y empresarios se apostaron en las instalaciones del hotel para conocerlo y estrechar su mano.
Personas también llegaron desde Bolívar y estados del llano, cada quien con algo de valor para intentar hacer una inversión con el tan esperado hombre. Incluso algunos llevaban oro escondido y los microempresarios tenían cierta cantidad de dólares para algún acuerdo.
Otros llevaron fotos de sus ganados para despertar el interés del líder árabe. En los tiempos de bonanza petrolera, los empresarios no pudieron darse cuenta de la persona que tenían al frente.
Resultó que las mujeres con las que había llegado el hombre era venezolanas y las había contratado días antes de arribar al país y les prohibieron hablar para que no quedaran al descubierto.
Lo primero que hizo fue pedir la mejor habitación y la gerencia del hotel no trastabilló para darle la suite presidencial. Aunque era buscado por estafador en las islas del Caribe, Estados Unidos y Europa, el sujeto se dio el gusto de estafar a los empresarios venezolanos con su verdadera identidad.
El jeque disfrutó de fiestas en el hotel, paseos por Caracas, todo pagado por dinero de venezolanos, quienes confiaron en sus palabras. Se dice también que era muy bueno bailando salsa.
Un día, el estafador «compró» oro a muchas personas con cheques sin fondo. Con audacia, el hombre pagó en horas de la tarde para que las personas fueran al día siguiente a cobrar el dinero.
Al día siguiente, ya en las agencias bancarias, se dieron cuenta del engaño, pero cuando fueron al hotel a reclamar la situación ya Alá Al-Tamani se había ido del lugar.
Fue el escándalo más sonoro de los años 80. Involucró a reconocidos banqueros, empresarios, joyeros y diseñadores. Pero pocos admitieron haber sido víctimas del engaño y prefirieron pasar desapercibidos.
Redacción Maduradas con información de Noticia al Día
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