El mango se ha convertido en el alimento auxiliar de todos los venezolanos. Ante la escasez y racionamiento de comida, muchos lo han tomado como la gran solución a la crisis. Lo comen de almuerzo, merienda y hasta cena.
“Cuando se acabe el mango me voy a morir de hambre”, dijo Margarita, una de las tantas venezolanas que adoptó esta fruta como su único alimento. Ella le contó sus vicisitudes al periodista Daniel Blanco de Contrapunto.
Margarita acostumbra comer la fruta con galletas María o, si tiene un golpe de suerte, con algunos trozos de pan. Su amiga María siempre le acompaña, aunque su dieta no se basa en mangos, siempre toma unos pocos para tenerlos de merienda.
Ambas, con tristeza, afirman que en Venezuela se ha emprendido una guerra de “hermanos contra hermanos”. Los buhoneros han convertido al mango en una fruta de venta y no gratuita como la disfrutaba la mayoría de las personas, a pesar de conocer el hambre al que se ha visto sometido el pueblo.
Tan solo tres mangos son vendidos a 500 bolívares, sin embargo, sigue siendo más barato que comprar leche, arroz o pasta en los bachaqueros.