“No me puedo quedar en casa si en la nevera no tengo nada que comer”, son las expresiones más comunes en los venezolanos, quienes se han visto forzados a arriesgarse y romper la cuarentena por el nuevo coronavirus (COVID-19) para salir a trabajar, en medio de un país que sufre desde hace años los estragos de una crisis económica sin precedentes, incluso para la región.
Mariana Colmenáres desde hace un mes duerme poco y come cada vez menos. La angustia la ataca cuando sus tres hijos menores de 10 años le piden comida, porque la arepa sin ningún tipo de relleno que les puede dar, cuando llega de trabajar a las seis de la tarde, nos los termina de llenar. Se trata de una historia de miles en el país, la cual fue reseñada en el portal web del diario La Prensa de Lara.
Es la realidad más generalizada en Venezuela. Según la encuesta Condiciones de Vida (ENCOVI), que desarrollan la Universidad Central de Venezuela (UCV), Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y la Universidad Simón Bolívar (USB), para finales de 2018, siete de cada 10 personas dependían de un empleo informal, y hasta el 87% vivía en pobreza extrema.
“La clave es no quedarse en un mismo sitio, porque los guardias nacionales y los policías andan corriéndonos a cada rato o matraqueando, quitándonos parte de la mercancía o hasta la plata que logramos hacer al día. Algunos se aprovechan de la necesidad que tenemos en medio de esta cuarentena”, es la experiencia que vive día a día Honorio Hernández, de 70 años de edad, quien es otro vendedor informal que ha decidido romper el confinamiento ante el hambre.
Lo más lamentable, es que la situación para ellos continuará así durante al menos un mes más, luego de que Maduro decidiera extender por 30 días el Estado de Alarma Constitucional, decretado para combatir y contener la propagación del nuevo coronavirus.
Redacción Maduradas con información de La Prensa de Lara
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