En su blog, la mujer que tomó las fotografías narró la experiencia y dijo que la gente se conmovió mucho por la situación, intentaban darle comida, pero el señor estaba casi aislado. También pidieron ayuda a un contingente de la Guardia Nacional para trasladarlo a un hospital, pero, según denuncia, estos ni siquiera se dignaron a voltear y, quienes lo hicieron, solo se reían:
«En La Candelaria personas comenzaron a rodearlo porque era impresionante verlo en los huesos, tirado en el piso. La gente se sentía muy conmovida y cada quien le daba un pan, una arepa, jugo, malta, pero el hombre a penas se podía mover, realmente no tenía ni fuerzas para comer, lo que hacía era beber todo lo que le daban. Los transeúntes hablaron con la policía para que llamara a una ambulancia o los bomberos, hasta eso que mientan Misión Negra Hipólita y llevarlo a un hospital, pero nada pasaba. Al rato el hombre se levantaba, unos pocos pasos y volvía a caer. En medio de la desesperación me fui al módulo de la policía que está en la plaza Candelaria y no había nadie, desaparecieron. Salgo a la calle sin teléfono porque ya me han robado 3 y le decía a la gente que había que llamar, ese ser estaba casi muerto. Nadie, nada … todos con horror, lamentos, hablando de la peste roja, pero nada más. Pasaron dos vehículos del CICPC y les pedí por favor que llamaran por radio, que hicieran algo por ese hombre y me respondían que sí buscarían una ambulancia, pero transcurría el tiempo y nadie llegaba. Una mujer lloraba y gritaba, todas las personas estaban bastante afectadas, querían ayudar, le hablaban, pero él estaba como en otro mundo. Un señor le daba su arepa y le decía: »come, viejo, come, tienes que comer», pero la verdad es que era una situación extrema, ese hombre necesitaba urgente servicios médicos que nunca llegaron, al menos mientras permanecí en el lugar (…) Pasaba el tiempo y todos viendo el horror sin saber qué hacer, entonces pasaba justo al frente un contingente de la Guardia Nacional con escudos y fusiles, la gente les gritaba, »por favor, ayuden a este hombre que está muriendo», pero no se detuvieron ni a ver. Siguieron su paso y todos les gritaron, »asesinos’, »no sirven para nada». Algunos voltearon y se reían», contó.