Una maestra de Turgua, en el estado Miranda, lucha a diario para mantener lo único que puede conservar intacta: su vocación.
Aún sin alimentos, con el estómago vacío, Morelva León, se levanta muy temprano en la mañana para dirigirse a la Unidad Educativa Armando Reverón.
Con lágrimas en los ojos implora: “no abandonen a estos chamos. Yo doy todo por estos niños” y así comienza a relatar su historia, una que se suma a las tantas que viven los profesionales de este país, y que fue reseñada en una producción de El Nacional que puede visualizar aquí.
Explica que quincenalmente cobra 268.000 bolívares, con su último pago compró “medio cartón de huevos, cuatro papas y cuatro plátanos, y no tengo para el pasaje ahora… Y te soy honesta, está rudo, yo la he visto negra, pero ahí vamos”.
A su juicio, la población docente que se mantiene en Venezuela se queda por ética profesional.
Pide ayuda para sus alumnos, apoyo y sobre todo cariño, que es –según ella- lo que estos niños necesitan más.
Redacción Maduradas con información de El Nacional.
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