Las trágicas imágenes del asesinato de Bassil recorrieron toda Venezuela y el mundo. Una vez más, la crisis política nacional se convertía en una masacre en las calles. Su muerte a manos de un funcionario del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) fue la chispa que encendió la mecha de las manifestaciones estudiantiles durante este año. A tres meses de la desaparición de Bassil, sus familiares, amigos y estudiantes continúan recordándole como un símbolo de la lucha por la democracia y la libertad. Su madre, Janeth Frías, contó cómo la familia afronta la pérdida del joven estudiante.
Janeth Frías no quería que su hijo acudiera a la manifestación del 12 de febrero. Con ese sexto sentido, que sólo las madres poseen, le intentó detener diciéndole: “no vayas a la marcha, porque eso muchas veces acaba en desastre o desgracia”. Sin embargo, el destino de Bassil Dacosta parecía estar escrito cuando decidió acompañar a sus primos a protestar contra las políticas implementadas por el régimen de Nicolás Maduro. Unas horas después, se convertía en la primera víctima mortal de la manifestación en el Hospital Vargas.
A exactamente tres meses de los funestos acontecimientos, la madre del joven estudiante lo recuerda diariamente, acompañándola en la cotidianidad. “Es lo más duro que ha pasado en mi vida”, asegura Janeth, quien, sin embargo, no duda en decirle al asesino de su hijo que “no alojo rencor en mi corazón hacia su persona, a pesar que le quitó la vida a Bassil”.
Janeth, a través del perdón, prefiere encontrar consuelo en el respaldo ofrecido por los venezolanos, Amnistía Internacional y la Mesa de la Unidad Democrática, así como en la heroica imagen de su hijo, esa que a los estudiantes “les dio la fuerza necesaria y el valor para mantenerse en pie y seguir luchando por el bienestar del país y para que esta sea la Venezuela perfecta donde quieran que su familia crezca”, reseñó el portal de Informe21.
A tres meses de los trágicos sucesos del 12 de febrero, ¿cómo afronta la ausencia de su hijo?
Definitivamente es muy duro. En especial al recordar, cada día, cómo entraba a su cuarto a despertarlo y decirle: “Bassil, levántate. Ya son las siete de la mañana y se te está haciendo tarde para ir al trabajo”. Luego pensar en cómo, en horas del mediodía, le preparaba el almuerzo o le veía en su hora de descanso. Al final de su jornada de trabajo, llegaba a la casa y me decía “mami ya llegué” y, a las siete en punto, me recordaba la cena diciéndome “mami, mis arepitas que tengo hambre”.
También recordarle sonreír mientras jugaba con el perro y el gato. Sin embargo, de la noche a la mañana ya no pude verlo, escucharlo o sentirlo. Es lo más duro que ha pasado en mi vida.
El pasado 7 de mayo su hijo debió cumplir 24 años, ¿cómo vivió la familia esta fecha?
Fue el día más triste para todos. Uno lleno con dolor y llanto…
Bassil tenía la tradición de organizar una reunión y estar rodeado de sus familiares, hermanas, amigos y todos los que querían venir. Siempre se preocupaba por aquellos que aún no habían llegado y nos encantaba ver su cara de alegría al vernos a todos los que le queremos reunidos, celebrando su cumpleaños.
Ahora todo ha dado un giro de 360 grados. Este año nos reunimos en un cementerio, donde sólo está su cuerpo. Es deprimente, lamentable y triste, ya que nada será igual en esta fecha al no poder estar juntos y, definitivamente, esto no se lo deseo a nadie.
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