Un nutrido grupo de venezolanos de recursos bajos se asentó en una cancha ubicada en Cúcuta, dado que no disponen de lugares propios para vivir. Sin embargo, las autoridades y vecinos colombianos les están exigiendo que desalojen el lugar porque comienzan a acarrearle problemas a las comunidades cercanas.
Pese a esto, los venezolanos se resisten a irse y aseguran que Colombia debe garantizarles un techo y alimentos para ellos poder dejar la cancha. De lo contrario, expresan, «no se irán».
En un vídeo difundido por un medio local, una venezolana expresó que, para sobrevivir en Colombia, tiene que prostituirse. Es madre y no le alcanza para pagar un arrendamiento que, asegura, cuesta alrededor de 250 mil pesos.
Detalló que, en su caso, y en el de muchos los que habitan la cancha, «o comen o arriendan». Exigió que se les brinde refugio para poderse ir de las instalaciones de la cancha.
Los argumentos que esgrimen las autoridades y la comunidad en general están orientados en que muchos venezolanos hacen sus necesidades en las calles y llevan a cabo actividades diarias que comienzan a chocar con la cotidianidad de los vecinos cucuteños.