Uno cree que ya lo ha visto todo cuando de repente sale Nicolás Maduro en medio de un salón de clases, al que de seguro no está nada acostumbrado, y canta «El elefante del circo», sí, esa tierna y hermosa canción de nuestra infancia arruinada en segundos por la patética interpretación del que gobierna en Miraflores. ¿Era realmente necesario?