Escribo esto con la emotividad propia de toda despedida, pero utilizando el rigor ético que no da concesiones en la crítica, y muy implacable en la autocrítica, que me está haciendo reflexionar sobre la utopía de la revolución bolivariana.
A los que tienen paciencia, las pérdidas se les convierten en ganancias, los trabajos en merecimientos y las batallas en coronas. Fray Luis de Granada…
Intento no caer con esta crónica en el maremágnum de los revolucionarios soñadores. Pero a diferencia de los que han muerto en la lucha o se perdieron para siempre en las neblinas ideológicas del panfleto intranscendente, o de los oportunistas que han medrado a la sombra del poder en estos 15 años de gobierno de la revolución bolivariana que llegó a la cúpula del poder con Hugo Chávez Frías, quien ejerció la presidencia de Venezuela hasta el 8 de diciembre del 2012, siendo el rostro intelectual, y el más carismático del chavismo hoy entronizado en el poder.
Habiendo publicado un centenar de artículos, acepté el llamado de Hugo Chávez en 1998. Aunque no simpatizo con lo militar, sino exclusivamente con lo político, entré en la campaña electoral de 1998, que resulto triunfante ese 6 de diciembre, hasta hoy nunca formé parte del gobierno revolucionario.
Cuando uno observa una corrupción desmedida y una impunidad en combatirla, y se empeña en una tarea moral que los revolucionarios bolivarianos en el alto gobierno siguen permitiendo que continúe, constituye un déficit importante de nuestro gobierno bolivariano: cuando observo esa vergonzante mascarada de reciclajes y enroques de funcionarios corruptos y fracasados, llenos de ocultamientos, donde las justificaciones retóricas y los malabarismos conceptuales a que nos tiene acostumbrados el presidente Nicolás Maduro Moros, por supuesto que hablo también de la dirigencia y sobre todo del PSUV, también del enfrentamiento, doloroso pero necesario y hasta urgente, de la que se ha hecho parte hoy la naciente Marea Socialista.
El fundamento ético sobre el cual se llegó al poder en 1999. A mi juicio, se ha equivocado de camino: la idea revolucionaria, sólo es realizable en el compromiso con el desarrollo y bienestar de todos los venezolanos, cuando la dirigencia se pervierte en el poder cualquiera que sea el cargo en que éste se ejerza. El compromiso hacia el socialismo se vuelve una mascarada, pura hipocresía, y retórica barata.
Una verdad de Perogrullo, si se quiere, cuando resplandece, y se descubre la miseria moral a los que, haciéndose pasar por redentores en el plano de la propaganda politiquera, lo que hacen es usufructuar en la realidad las prebendas a las que su condición de dirigentes les da el acceso al poder, como el reciente caso de la niñera detenida en Brasil.
Estas cosas conmueven, indignan, aleccionan y dejan en claro las impotencias pero también los riesgos de los engaños. No vacilo en decirlo así me censuren este artículo, ni en considerar desde otro Angulo que alguien en el mundo lo publique.
A estas alturas de mi vida cumplo con el deber, sobre todo frente a mí mismo, de dar cuenta de un período que para bien o para mal transformó la historia de Venezuela. Mi punto de vista es netamente personal, pues trato de rememorar la revolución “como yo la he vivido, y no como otros la cuentan”. Trato de poner en relieve las contradicciones de la revolución. Pese a todo, hoy, a los 15 años de su triunfo, a pesar de todos los errores cometidos creo que valió la pena y que los sueños éticos, aparecerán tarde o temprano para encarnar en otra generación que sabrá evaluar y desechar los errores, las debilidades, y las falsificaciones. Con esta opinión clarificadora quiero contribuir con las nuevas generaciones.
La revolución bolivariana desde 1999 ha contado con un abrumador apoyo popular en el pueblo venezolano, reconstruyendo la historia de estos apasionantes años por los logros conseguidos, con mucha tristeza hacia los avances perdidos, y el no querer reconocer los errores cometidos.
Mi reflexión es para llamar la atención sobre una revolución que despertó enormes esperanzas y conmovidas adhesiones. Que sirvió de argumento a centenares de reportajes, informaciones, noticias, artículos, caricaturas, se está quedando sin seguidores en este comienzo del siglo XXI. Para encontrar la respuesta no basta con advertir que los chavistas pueden perder en el 2015 las elecciones de la Asamblea Nacional. Y para entender esa posible derrota ante las urnas, tampoco es suficiente la ayuda económica al lumpen especulador, y el aumento al salario militar. La inflación, especulación, escasez, inseguridad, malos servicios públicos etc. Ha producido miles de muertos, heridos, y ahora desplazados de la clase profesional, sino que además causa la destrucción material de la economía venezolana.
Pero, sin infravalorar el papel desempeñado por la injerencia cubana en nuestros asuntos internos, hay que tener el valor moral y político de reconocer que la llamada “guerra económica “aunque alentada desde fuera, ha hecho enfrentar en el país no estrictamente en términos de clase, de ricos apátridas, contra pobres venezolanos; lo desgarra de arriba hacia abajo, como un puñal metido en su entraña misma, cortando a todas las clases sociales y dividiéndolas. Donde la hipocresía dice que la injerencia norteamericana es mala, y la cubana es buena.
¿Cuáles son entonces, los errores y la carencia intransferibles del MVR que derribó el 6 de diciembre de 1998 a la IV Republica con la fuerza de los votos, en medio del entusiasmo popular? Nicolás Maduro debe ser la rememoración de aquellos momentos iniciales en que todo parecía posible y casi todo estaba permitido para construir un país donde las leyes de la oferta y de la demanda sean derrotadas sin el sentido primitivo de la justicia. Venezuela no servir únicamente de escenario para que los dirigentes más ideologizados traten de aplicar el recetario marxista-leninista fracasado en la EX-URSS a la economía; porque el país no está en condiciones de resistir ese experimento impulsado por las creencias estalinistas.
Muchos de los actuales gobernantes chavistas se han acomodado al ejercicio del poder, y de sus privilegios, haciendo uso de la sabia frase marxiana acerca del papel determinante de las condiciones materiales de existencia de los hombres sobre su conciencia. Los dirigentes bolivarianos en el poder con estas actitudes se están alejando del pueblo. El uso del patrimonio del Estado venezolano por los Gobernantes, al utilizar como propios los bienes públicos se han generalizado en todo el país, ya que el pueblo no soporta sus descaros en Venezuela. Pero los dirigentes no parecen abjurar de este tipo de abusos. Pienso que los que sostienen la tesis de la fulana guerra económica, con las sustancias filosóficas del modelo soviético fracasado que se busca aplicar, nos han conducido a un colapso económico, aquí debe haber una revolución pacífica con un sistema de una economía mixta real, y a la vez una mayor apertura política.
Para mí el máximo legado de Hugo Chávez era el real establecimiento de la democracia. El Gobierno de Nicolás Maduro tiene que ser un régimen muy democrático, en un sentido nuevo, no un régimen totalitario, en un sentido soviético… La gran paradoja a resolver hoy es el fin de la inflación, la pobreza de la clase media para frenar su emigración, y la marginalidad. El socialismo humanista del siglo XXI presidente Nicolás Maduro no puede continuar despedazándose en el camino.
La política siempre me ha apasionado en mi vida con vocación de servicio, amplitud de criterio, y sensibilidad humana, y el participar en la lucha cívica. Con la derecha coincido, en defender la libre empresa nacional productiva, como militante de izquierda, busco la justicia social.
Por: Edgar Perdomo / Aporrea