No hay duda de que como la piel de zapa la libertad de prensa se ha venido achicando en el país. Una táctica que al parecer viene dando resultados muy tangibles, y bastante discretos.
Lo cierto es que si no le ponemos un parado a los mercachifles de libertades y a la hipersensibilidad, ¿amorosa, Maduro?, de la piel de los santones y santonas rojos nos vamos a quedar con una sola voz pública, estridente, autoritaria y represiva, así lo reseñó el diario TalCualDigital.com
No hay duda de que como la piel de zapa la libertad de prensa se ha venido achicando en el país chavista y con el madurismo pareciese entrar en una fase de deterioro muy aguda, con lo cual se podría consumar un imprescindible objetivo de toda vocación totalitaria. El lamentable Granma como ideal.
Una táctica que al parecer viene dando resultados muy tangibles, y bastante discretos, nunca está de más cuidar las apariencias en este mundo globalizado, es la de emplear capitales boliburgueses, agradecidos y amparados por el régimen, en la adquisición de medios de comunicación de viejos burgueses, seguramente cansados de tan ajetreadas y peligrosas empresas, capaces de perjudicar sus otros negocios y hasta su tranquilidad privada. Las presas obtenidas han sido considerables y por allí se dice que la modalidad continuará.
Pero lo que está en primer plano ahora, tiempo en que todo escasea, es justamente la escasez de papel para diarios y revistas, curiosamente casi siempre de oposición, aunque hasta VEA dice padecerla. Ya ha habido algunas bajas, otros están en flagrante penuria y hay hasta los que cuentan los días que les quedan para entrar en coma. Estupenda manera de quitarse algunos moscardones de encima. De eso hablamos ayer.
Como si fuese poco, la sensibilidad del gobierno ante las malas noticias, que en nuestro patio son casi todas y cada vez peores, ha llegado a límites risibles y muy temibles a un tiempo.
Por ejemplo, la ministra de la famosa y muy apaleada lista de viajeros navideños, ha revivido el torpe argumento de que si uno muestra un cadáver en un diario está agrediendo a la infancia. Mucho hemos repetido que los diarios no se hacen para los infantes, como tampoco la pornografía que disfrutan papá y mamá. Pero, ministra, si usted se informase mejor del oficio periodístico mundial caería en cuenta de la necedad del asunto (hágalo, la cultura no muerde).
Por ejemplo, si usted mira El País de estos días, diario estelar de habla hispana, se encontrará con una selección de las grandes fotos del 2013, un montón de imágenes de la mejor factura, hechas por grandes fotorreporteros, que a veces cuesta mirar por su tragicidad. Y si sigue indagando podría mirar el listado de los premios Pulitzer, el más importante del planeta en el ramo, y se topará con imágenes terribles, verdaderamente terribles.
Si va más allá se encontrará, digamos, la Agencia Magnum, hito de la fotografía periodística universal. O con la obra inigualable de Robert Capa. Y así sucesivamente. En realidad es que hay algo profundamente tanático, una pulsión de muerte en los seres humanos que los hace agredirse sin cese y eso no lo puede ni lo debe ocultar el espejo fotográfico.
No es menos baladí el argumento de Maduro de que los medios nacionales han exagerado con el caso criminal de Mónica Spear por razones crematísticas. Si así fuese es porque existe una demanda ansiosa que satisfacer y lo que habría que preguntarse es por qué los venezolanos actuales se obsesionan por la criminalidad. Explicación que seguramente lo dejaría muy mal parado, cazador cazado.
Lo cierto es que si no le ponemos un parado a los mercachifles de libertades, a la voraz escasez manipulada y a la hipersensibilidad, ¿amorosa, Maduro?, de la piel de los santones y santonas rojos nos vamos a quedar con una sola voz pública, estridente, autoritaria y represiva.
Con una diana de cuartel.