Se queda sólo. Nicolás Maduro y su régimen se desintegran de manera acelerada, la crisis económica, social, política y energética son la gota que esta por derramar el vaso, al tiempo que el socialismo se queda sin aliados internacionales.
Nicolás Maduro naufraga en una tormenta económica y social. Su Gobierno ingresó en la fase más autoritaria. Y, en consecuencia, en la de mayor aislamiento internacional. Que el régimen no reúne las condiciones de una democracia fue denunciado por intelectuales y políticos. Pero ahora son otros Estados, y organismos multilaterales, los que caracterizan al chavismo como una dictadura. En la agonía de la ilegitimidad, Maduro apela a una quimérica mediación. Apuesta un milagro. Porque la oposición pide lo que él no está dispuesto a negociar: su salida.
Durante el fin de semana, representantes del Gobierno y de la oposición mantuvieron entrevistas misteriosas, en República Dominicana, con tres expresidentes que ensayan una solución: el español José Luis Rodríguez Zapatero, el dominicano Leonel Fernández, y el panameño Martín Torrijos. Los auspicia el colombiano Ernesto Samper, secretario general de la Unasur.
Maduro recurrió a estas tratativas al advertir la dramática desconexión internacional que siguió a su declaración del estado de excepción, el 13 de mayo pasado. Esa cláusula, inspirada en Carl Schmitt, suspende las garantías constitucionales.
La solicitud encuentra al chavismo sin padrinos. Antes de vencer al kirchnerismo, Mauricio Macri pidió expulsar del bloque a Venezuela. El Gobierno del PT, que fue el principal padrino de Maduro, ha sido desplazado. Se entiende, entonces, que Caracas haya denunciado un golpe de Michel Temer contra Dilma Rousseff. Uruguay también tomó distancia. Maduro se enemistó con José Mujica, quien le diagnosticó estar “más loco que una cabra”. Quien fuera canciller de Mujica, Luis Almagro, es el secretario general de la OEA. Desde allí pretende declarar que el régimen venezolano ya no es una democracia.
Maduro no pudo aprovechar la red que le ofreció la Iglesia. El secretario de Relaciones con los Estados del Vaticano, Paul Gallagher, suspendió su visita a Caracas, prevista para el fin de semana pasado, por los enfrentamientos del Gobierno con los obispos del país. El chavismo prohibió la actividad de Caritas, y casi la interviene.
Cercado, Maduro recurrió a algunos amigos buscando la gota de oxígeno de una mediación. Rodríguez Zapatero, Fernández y Torrijos ya le habían auxiliado cuando forzó la anulación de la ley de amnistía aprobada por la Asamblea Nacional. El presidente les invitó a integrar, como alternativa, una Comisión de la Verdad. Los tres exmandatarios intentan salvar a Maduro con una negociación, en el marco ofrecido por Samper desde Unasur. El viernes pasado Samper peregrinó a Roma, para buscar la bendición del Papa. El colombiano tiene, como Francisco, un corazón bolivariano. Se advirtió cuando también denunció un golpe opositor contra Rousseff.
Zapatero terminó de convertir a la crisis venezolana en un insumo de la disputa de poder que hay en España. Albert Rivera, de Ciudadanos, lamentó desde Caracas que, a diferencia de Felipe González, Zapatero no condene al chavismo. Y Mariano Rajoy descalificó a Rivera por haber descubierto Venezuela gracias a una campaña electoral. Todos crucifican a los inmaculados dirigentes de Podemos, que asesoraron a Chávez y se financiaron gracias a él.
Los nuevos mediadores apuestan a un milagro. La oposición de la Mesa de Unidad Democrática, cuyos representantes aún no se vieron la cara con los del Gobierno, exige la liberación de presos políticos y un plebiscito para revocar el mandato de Maduro.
Con información de El País