Una joven de 36 años llamada Oksana Poludentseva, era una mujer soltera de una pequeña aldea rusa llamada Chik, la joven comenzó a cartearse con un hombre que estaba preso, condenado por un asesinato identificado como Stepan Dolgikh, de 35 años, el cual la asesinaría el día de su boda.
El día que Stepan cumplió su condena, Oksana fue a esperarlo a la puerta de la cárcel y lo llevó directo a su pueblo. Allí, la pareja parecía conocerse de antemano por todas las cartas que ya se habían escrito, repletas de confesiones y promesas de amor.
El noviazgo de Oksana y Stepan fue corto, seguidamente decidieron casarse, amigos de la joven rusa nunca hubo evidencia de violencia que les hiciera pensar lo que ocurriría el día de la ceremonia.
El día del matrimonio la pareja decidió invitar a la mayoria del pueblo a la Iglesia Ortodoxa de Chik, el sacerdote ofició la ceremonia religiosa y los declaro marido y mujer, de allí, se dirigieron a la fiesta que se realizaría en una casa de la aldea para un grupo más pequeño de invitados.
Al llegar al lugar de la fiesta, algo puso nervioso a Stepan, al parecer Oksana había mirado o sonreído a un invitado más de la cuenta. Esa fue la excusa que usó el femicida para iniciar una andanada de golpes que terminarían con la vida de la novia.
Testigos del crimen dijeron que el novio empezó a patear y golpear a la mujer tras recriminarle por una sonrisa de más con uno de los invitados, el investigador jefe del caso, el policía ruso Kirill Petrushin dijo que Stepan golpeó salvajemente a su nueva esposa.
“La agarró del cabello, la golpeó, la empujó hacia la calle, donde también siguió pateándole el cuerpo y la cabeza”, agregó.
Tras cometer el crimen, el femicida arrastró el cuerpo ensangrentado de Oksana para tirarlo en un barranco cercano en la fría estepa rusa. Todo esto, mientras los invitados miraban por la ventana de la casa en la que se había realizado la reunión tras la ceremonia, los invitados dijeron a la policía que estaban demasiado asustados para intervenir.
La joven rusa quedó inconsciente tras los golpes que recibió en la cabeza. Y según la autopsia, las patadas en el tórax fueron mortales. El femicida siguió golpeando a un cuerpo ya muerto durante varios largos minutos.
El novio fue detenido en el lugar por la Guardia Nacional Rusa. Tenía las manos y el traje empapados de sangre de su novia y de sus propios nudillos lastimados por los golpes que le dio a la mujer.
“La golpeó durante mucho tiempo, frente a testigos, y golpeó sus órganos vitales, en el torso y la cabeza”, dijo el policía que llevó adelante la investigación por el femicidio.
Tras su detención Stepan admitió su culpabilidad durante la investigación pero nunca mostró arrepentimiento, por el crimen el hombre fue condenado a 18 años de prisión tras un juicio breve que contó con decenas de testigos y la confesión del femicida.
Redacción Maduradas con información de Infobae