– «Conejillos de Indias» –
Venezuela, con casi 30 millones de habitantes, reporta unos 270.000 casos de covid-19 con 3.101 muertos, según cifras oficiales, entre denuncias de un elevado subregistro.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), 1,2 millones de personas han recibido la primera dosis en Venezuela, mientras que apenas 224.000 la segunda.
Se suministra la vacuna rusa Sputnik-V y la del laboratorio chino Sinopharm, mientras el gobierno negocia la adquisición de vacunas a través del sistema Covax de la OMS, después de vetar la AstraZeneca por posibles efectos secundarios.
El plan de vacunación arrancó en febrero, pero solo hace un mes comenzó a masificarse en decenas de centros en todo el país.
Ahora llega la Abdala, de la que el gobierno de Nicolás Maduro anunció haber comprado 12 millones de dosis a Cuba, uno de sus principales aliados.
Una donación de La Habana de 30.000 dosis llegó la semana pasada. Se destinará a 10.000 personas, pues este candidato vacunal requiere tres aplicaciones.
«¿Tú te vacunarías con eso? Creo que la respuesta es obvia», fustigó este martes el líder opositor Juan Guaidó. «Si esa vacuna llega a ser aprobada por la comunidad científica internacional, bueno, bienvenida. No debemos ser nosotros los venezolanos conejillos de Indias».
– «Fiable» –
En Fuerte Tiuna, personal médico cubano recibió a funcionarios, militares y expectantes vecinos civiles con mascarillas, que pasaban en pequeños grupos.
El auditorio que albergó la jornada es uno de los tres puntos habilitados en el complejo, un primer sitio de vacunación con la Abdala en Venezuela, que inició su aplicación el sábado pasado.
Mariucy Bravo no la conocía. «La escuché fue ahorita», reconoce esta trabajadora del metro, de 21 años, cuando recibió en la mañana la convocatoria por WhatsApp.
«Independientemente si es la rusa, la china o la cubana, yo creo que la gente debería vacunarse», sopesa Andrés Febres, comerciante de 25 años que espera en silencio por reacciones adversas a la inoculación, sentado en una grada junto a una treintena de personas.
Desestimó rumores de conocidos suyos que «no lo han hecho por miedo» y prefirió aceptar la Abdala a seguir esperando por un turno de vacunación asignado por el Estado.
Los mayores de 60 años reciben la Sputnik-V, pero ha sido imposible para Víctor Ilarraza, de 78. «Me llamaron para ponerme la vacuna rusa, pero fui varias veces: que si no había vacuna, que se terminaron los números, uno tiene que llegar a las 3 de la mañana (a hacer fila)», narra.
La Abdala, que llama «fiable», fue entonces su alternativa: «Yo no creo que el gobierno va a traer esta vacuna por traerla…».
Redacción Maduradas con información de AFP
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