La expasante de la Casa Blanca, Mónica Lewinsky, finalmente habló largo y tendido sobre ese encuentro sexual con el expresidente Bill Clinton que tuvo lugar el 28 de febrero de 1997.
El domingo 18 de noviembre el canal A&E, estrenará una nueva serie de seis capítulos que se llamará «El Affair Clinton», en el que Lewinsky revelará detalles muy precisos de aquel polémico momento.
Recuerda la examante del exmandatario estadounidense que Clinton había ganado reelección y la invitó a estar en la Casa Blanca para su mensaje radial semanal. Luego le dijo que tenía un regalo para ella.
“Yo no sabía… ¿iba a poder verlo a solas? ¿O no?”, cuenta la exbecaria de la Casa Blanca. “Cuando pasé a darle la mano y tomarme una foto con él, me dijo: ‘Por cierto, ve a ver a Betty, tiene algo para ti”.
Betty Currie era la secretaria personal del Presidente y su escritorio estaba justo al lado de la Oficina Oval.
“Ella me hizo entrar a la Oficina Oval, los tres fuimos al estudio del fondo, y ella pasó al salón comedor para ocultarse allí”, añade Lewinsky. “Porque así todo el mundo pensaría que yo no estaba sola con él”, prosiguió Lewinsky, como dando a entender que la mujer podría estar enterada de su relación oculta con Clinton.
Ya dentro de la Oficina Oval, Clinton le habría dado una caja con un prendedor de sombrero, y le dijo que lo había buscado para ella porque, cree recordar que le dijo: “Siempre luces muy bien con sombreros”, o quizás “tú y tus sombreros”.
También le entregó “un hermoso ejemplar” del libro de Walt Whitman Leaves of Grass (Hojas de Hierba), algo que terminó de flechar a Lewinsky:
«Fue un regalo muy significativo para mi”, cuenta Lewinsky en la serie. “Es un libro íntimo que no se regala a la ligera. Cualquiera que fuera mi reserva… ¿es verdad lo que siento?, ¿es eso realmente? Cualesquiera que fueran mis inseguridades, como que se desvanecieron de alguna forma cuando él me dio ese regalo”, argumenta.
Luego de ese momento, ambos entraron al baño del despacho y la cosa se puso caliente: «Tuvimos más intimidad. Me hizo objeto de sus atenciones y yo fui recíproca, hasta donde él siempre se había detenido antes de completar su parte”, describió Lewinsky, cuidando sus palabras para no entrar en mayores detalles.
Pero sí admitió que fue ella quien planteó «ir más allá»: “Me incorporé y le dije que quería pasar a la siguiente fase, y finalmente dijo que sí”, explica Lewinsky. Fue entonces cuando el vestido se manchó, pero ella no se dio cuenta.
“Terminamos y después lo abracé. Y él me abrazó”, cuenta. “Y me fui”, aseguró, al tiempo que afirmó que no se dio cuenta de que tenía manchas en el vestido cuando salió de su encuentro en la Oficina Oval con el Presidente Bill Clinton.
Esa misma noche, Mónica fue a cenar con unos amigos y nadie le advirtió de lo «salpicada» que estaba la pieza. De hecho, ella creyó que era crema de espinacas o algo así, como declaró en su testimonio ante un Jurado de Instrucción en 1998.
En un documental de 2002, Mónica afirmó que volvió a sacar el vestido para la cena del Día de Acción de Gracias. Se lo probó ante su amiga Linda Tripp, quien le dijo que la hacía lucir gorda. Ahí se dieron cuenta de que la pieza conservaba rastros de semen del Presidente. Y ya Tripp, su “confidente” que la estaba grabando, la impulsó a que lo guardase como prueba.
Dicha pieza de vestir, que se considera una «reliquia» en Estados Unidos, se convirtió en el centro de la atención de instituciones como el Museo Erótico Heritage, de Las Vegas, que le ofreció un millón de dólares a Lewinsky por el vestido.
Redacción Maduradas con información de Infobae
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