El expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, se desligó el pasado domingo 8 de enero del intento de golpe de Estado promovido por sus seguidores más radicales en las sedes del Congreso, la Presidencia y la Corte Suprema.
Durante el día, cientos de simpatizantes del exmandatario de extrema derecha invadieron y causaron destrozos en las instalaciones de los tres poderes, en Brasilia.
El caos se apoderó de la capital brasileña después de semanas en las que han solicitado la intervención de las Fuerzas Armadas para derrocar a Luiz Inácio Lula da Silva, quien asumió la presidencia este 2023, y devolver al poder a Bolsonaro.
«Las manifestaciones pacíficas, en forma de ley, son parte de la democracia. Sin embargo, las depredaciones e invasiones de edificios públicos como las ocurridas hoy, así como las practicadas por la izquierda en 2013 y 2017, escapan a la regla«, escribió Bolsonaro en su Twitter.
Asimismo, el ex Jefe de Estado aprovechó la oportunidad para rechazar «las acusaciones, sin pruebas» que le atribuyó Lula. «A lo largo de mi mandato siempre he estado dentro de las cuatro líneas de la Constitución, respetando y defendiendo las leyes, la democracia, la transparencia y nuestra sagrada libertad», sostuvo.
Desde las elecciones presidenciales desarrolladas el 30 de octubre, Bolsonaro continúa sin reconocer abiertamente los resultados que dieron como ganador a Lula. Actualmente, se encuentra en Estados Unidos, país al que viajó dos días antes de la investidura del nuevo presidente, sin previsión oficial de regreso.