Venezuela, después de casi 17 años de castrochavismo es –entre otras lindezas- tierra de Cacos y Caca. Cacos descarados, apoyados, enriquecidos de manera incontable, y lo peor con aparente segura impunidad.
Se impone un inicio casi de clase de idioma castellano, con el significado de dos palabras: Caco y caca. Palabras que tan bien le van a esta Peste Roja.
En el diccionario de la RAE encontramos que, un Caco es un ladrón que roba con destreza. En el mismo diccionario se nos dice que Caca es nombre coloquial para definir al excremento humano.
Apreciados lectores, Venezuela, después de casi 17 años de castrochavismo es –entre otras lindezas- tierra de Cacos y Caca. Cacos descarados, apoyados, enriquecidos de manera incontable, y lo peor con aparente segura impunidad.
Caca o claramente “mierda” empoderada que ha corrompido los cimientos de una sociedad, y aclaro que al usar el término “Sociedad” me refiero al conjunto de personas que comparten un tiempo determinado y un mismo país.
Cacos y caca que ya no lo vemos solo los que aquí habitamos, sino que es percibido por el mundo entero y grandes medios de comunicación, como The Wall Street Journal y BBC que la semana pasada dedicaron grandes espacios al relato de tales fechorías.
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¡EN LA MIRA! The Wall Street Journal: “El gigante PDVSA y su ex jefe, bajo investigación en EEUU”
Tenemos así que The Wall Street Journal, el periódico de mayor circulación de Estados Unidos, ha publicado un acucioso trabajo investigativo de José de Córdoba y Juan Forero que titula: El gigante PDVSA y su exjefe, bajo investigación en EE.UU. Allí se muestra como el “Rojo rojito” Rafael Ramírez, desfalcó a la estatal petrolera venezolana, una de las empresas petroleras más grandes y prósperas del mundo hasta el arribo del “Terminator” Hugo Chávez. Dejan en blanco y negro un saqueo monumental de Ramírez y su clan que les ha convertido a todos en milmillonarios con fortunas a la par de los grandes ricos del mundo. Nombres como el de su suegra, Hildegard Rondón, exjuez del Tribunal Supremo, de su cuñado, Baldo Sansó, asesor que manejó gran parte de los procesos de licitación internacionales de la compañía petrolera, del “Primo salsero” Diego Salazar, y por supuesto su esposa, Beatrice Sansó de Ramírez. Todos con seguridad haciendo verdad la máxima: Familia que “guisa” unida permanece unida.
Después el trabajo publicado en BBC Mundo, firmado por Boris Miranda y que nos devela la prodigiosa conversión de un “Pata en el suelo” como gustaba definir Chávez a sus seguidores y a él mismo, llamado Julio Montes, embajador chavista por años en Bolivia, hombre muy cercano a Jacqueline Coromoto Faría Pineda, Jefe de Gobierno del Distrito Capital y conocida como “Miss Guaire”, después de haber hecho invisibles millones y millones de dólares otorgados por el mismo Terminator para que la susodicha cumpliera su promesa de hacer al pestilente río Guaire, un río hermoso y limpito; Montes, es ahora un poderoso empresario conocido como “El zar de los trenes”. Posición y fortuna alcanzada por su condición de “Apóstol intocable” de Hugo Chávez y protegido de una “estrella” que no voy a calificar sino sólo nombrar: Carlos Gill, protagonista del libro del periodista boliviano Raúl Peñaranda titulado «Control Remoto» (2014), libro con una exhaustiva descripción de la manera en la que medios de comunicación bolivianos pasaron a manos del banquero Carlos Gill, felizmente casado con Chepita Gómez Sigala.
Como vemos Venezuela es una paila putrefacta donde se cuecen las ambiciones de castrochavistas, políticos vivarachos, banqueros deshonestos y también “opositores” con esa máxima perversa que marca sus vidas: ¡No es honroso pero sí provechoso!
Pero en estos dos casos no se concentra el inmenso saqueo a Venezuela, son sólo dos historias vergonzosas e impunes. Otros cientos de casos sustentan mi calificativo de “guarida” a este país que de productor petrolero pasó a productor de mierda en todos sus estratos sociales. Y debo decirlo porque estamos mucho peor que esa mazmorra de los tiranos Castro que es Cuba, a donde “opositores oficialistas” están motivando a invertir y hasta banqueros que deben fortuna y calificativo a una Venezuela que les importa un pepino. Guarida donde los saqueadores del país gozan, junto con otros cacos, de una absoluta impunidad, tanto legal como moral. Y es que un país sin jueces probos ni censura social es una tragedia. Tragedia que estoy segura importa a muy pocos, como nada les importa la ¡vida loca! de los ladrones de esta Peste Roja mientras millones de venezolanos, humillados y con hambre, ven quebradas sus vidas y esperanzas.
Entre nuestros récords tenemos muchos, muchísimos emuladores del legendario Kakós, el que engañó al avispado Hércules, pero estos, tranquilazos sin necesidad de acomodar huellas que a pocos interesan.
Por Eleonora Bruzual / Diario Las Américas