¡Al fin! Llegó el último del mes. Ya has terminado todo lo pendiente que tenías en el trabajo. Tu jefe se ha puesto este mes más intenso que nunca. Te repites a ti mismo que no importa, que al menos tienes trabajo y eso se agradece. Al final, sientes que valdrá la pena todo por lo que pasaste para recibir tu buena recompensa.
Un grito lo anuncia en toda la oficina: depositaron la nómina. Ya tienes el esfuerzo de un mes entero, o una quincena, en tu cuenta. Piensas en mil planes. Le escribes a tu novia, llamas a tu mamá y les prometes el cielo. Vives aún con la ilusión que conservamos algunos que con positividad vemos la situación en Venezuela.
Hasta que, como siempre, hay algo que te golpea fuerte y de frente. Al salir de tu trabajo, antes de pasar por tu novia, para luego ir a casa, decides pasar por el abasto. Hace días que no te comes una buena fruta.
Y quedarán muchos días más en los que no lo harás. ¿Por qué? Ahí estaban las manzanas con su precio poco alentador de 5.900 el kilo, 40% de tu sueldo básico mensual de 15.501 bolívares. Y es ahí cuando dices ¿Toda una jornada de trabajo para pagar una manzana? Algo anda mal.